miércoles, 1 de julio de 2009

Somos los mismos de siempre


Terminado el escrutinio, no pudo más que soltar una mueca de alivio. Importaba el resultado claro está, pero más todavía el acabar con tanto asedio periodístico, tantas horas de sonrisas apócrifas para la foto, tantos viajes a parajes desconocidos de la provincia.

El ser una figura política tiene sus desventajas.

Bien lo sabía cuando tuvo que esconder algún que otro hijo a la prensa a cambio de ciertos privilegios para el reportero inquisidor.

Su mujer conocía esos deslices pero cambiaba el qué dirán por una vida social en armónica conveniencia. Como compensación, terminó por tener algunos encuentros furtivos con el secretario privado de su esposo.

También era cierto que él estaba allí más por descendencia que por mérito propio.
Su carrera en el Derecho no había sido brillante como la de su padre, ni su abuelo.

Pero el feudo estaba consolidado y los cargos iban sucediéndose generación tras generación.
De hecho, la familia completa ocupaba cargos y su mujer no sería la excepción, ocupando la cartera Salud y Bienestar Social para darle un aire "a lo Evita" a la gestión.

Aún así, en algunos casos, la suerte les había sido esquiva en las urnas. Nada que no pudiera dirimirse luego tras una charla amistosa en principio y alguna balacera intimidatoria luego.

Marionetas sobran, deciá el viejo caudillo, y tengo comprados los hilos ...

Las primeras encuestas lo habían colocado en una paridad. Terciaba un potencial candidato, al cual bastó convencer con 1000 hectáreas del gobierno provincial, para el tejido de una endeble alianza.

Llegado el día electoral, los boca de urna auguraban un triunfo por 4 puntos. En la gobernación las pantallas de plasma abundaban y el enjambre de reporteros revoloteba mientras iban llegando los cómputos desde la capital. Los dedos mecián los hielos en el vaso de Chivas mientras su
diestra recorría un pañuelo por su frente. Los números desconocían la lógica o, al menos, eso empezaba a creer. La exigua diferencia a favor no le permitía el relajo acostumbrado.

Llevaba 8 años dirigiendo los destinos de SU tierra e iba por otros 4.
Su padre había logrado modificar la Constitución Provincial y se había mantenido impertérrito 16 años en el cargo. Luego llegó su turno, ahora no podía ser menos.

De repente un entumecimiento se apoderó de su brazo. Rígido, cayó desplomado al suelo volcando el resto del etílico en la alfombra persa. Corrieron todos tras él dentro de la habitación, procurando reanimarlo. El equipo médico se hizo presente y fue derivado de inmediato al nosocomio más próximo.

Siendo las 5.50 AM se comunicó oficialmente su deceso. Para esa hora la elección tenía un ganador por tan sólo 0.42%. Continuó siendo un digno heredero.
Viva la democracia...