jueves, 10 de diciembre de 2009

Buffalo Soldier


10 am. Llevo una hora y media en el trabajo. Llegué tarde, si es que hay algún horario empecinado en retenerme aquí. Caso contrario, habrá sido en el momento en que pude hacerlo. Sin pesos pesado revoloteando, me siento (en ambos sentidos) a mis anchas.

Organicé lo necesario como para no tener motivos de sobresaltos, ni saltos ni sobre.

Abro el google, el hotmail, el facebook, el blog...todo lo que me permita evadirme de este ámbito de laboratorio donde el blanco estéril inunda los ojos. Comienzo a sumergirme en el Atlántico buceando unas posibles vacaciones, vuelo un rato por TAM pensando en doradas playas cariocas. Me recuesto definitivamente en las sendas reposeras de una cálida posada con una piña colada helada en mi mano. Una refrescante brisa hace flamear las hojas de la palmera que tengo sobre mi y el sol se entromete entre su follaje.

Es una época del año donde el cuerpo y, sobre todo, la mente nos piden un impass.

No pienso hacer balances, no voy a pensar demasiado esta vez. Simplemente dejaré fluir los días libremente. Trabajaré lo mínimo indispensable, aprovecharé todo lo que pueda estas horas pagas para rescatar lo impagable: tranquilidad.

En otro momento no tan lejano, creería que estoy en falta. Siempre fui el primero en la línea de avanzada, el que se inmolaba la paz a diario en pos de...no sé muy bien qué.
Hoy sólo sé que me lo debo, ni siquiera que me lo deben. Uno es el artífice de la realidad en la que vive y de trocarla cuando lo necesite. Aún desde esta concreta pantalla que permite jugar a la ficción por un rato.

En definitiva puedo ser un tanto más feliz por el mismo precio, lo que no es poca cosa.

Porque al ser tan responsable con el trabajo (éstaré usando bien el tiempo presente?) cuesta el no involucrarse. Y he funcionado siempre como un imán para la resolución de cosas que no me tocan directamente. Ahora me propongo ser espectador.
Tengo mi balde de pochoclo entre las piernas, juraría. Puede que se me haga más larga la mañana de esta forma, contemplándola libremente. Y si bien mi mente está ocupada, ha cambiado su eje. Al menos por esta media hora en que la liberé del pago encierro.
Difícil aseverar que este momento de sosiego se repita nuevamente en el día.

Uno carece de certezas al tener responsabilidades varias y gente a cargo. Igualmente, es uno de los objetivos que me tracé el darme un espacio, cuando antes era infranqueablemente correcto.
Aprendí, a fuerza del cuchillo, que de poco sirve asumir ese rol tan vehementemente.

Este año que se escapa en puntas de pié, será el año del búfalo en el horóscopo chino. Para mí es el del neumotórax, el del adiós al cigarrillo, el dl permitirme estar más relajado con la vida...

miércoles, 18 de noviembre de 2009

En medio del frenesí...


Seguimos...imposible detenerse contra el estorbo, este enfermizo llover de segundos que servirán para darnos cuenta de que estaremos ahogados una vez más. Pero rendirse es imposible. Miro a mi costado. Todos vamos en la misma. Hablando del tiempo, continuamente perdiéndolo. Humanidad que mira más su muñeca que el adentro.

Y seguimos, cada vez más enajenados. Ya no es cuestión de lo que impone el jornal. Fuera de él, la tiranía es aún más feroz. Cronometrando hasta el descanso, las vacaciones son un cúmulo de actividades con horarios prefijado. No sea cosa de no tener nada que hacer una puta vez.

Quedarse contemplando el agua entre los dedos, sentir el ardor de la arena en la espalda, el baño de luz solar en la piel...no. Enseguida hay que tomar algún libro aunque sea, darle actividad a la mente y que no se adormezca. Palabras cruzadas, un tejido, tomar una pala y hacer un castillo con el nene de la sombrilla de al lado. Cualquier cosa que no deje lugar a la simple contemplación de la naturaleza.

Esto no es inherente al ser humano, lógicamente. Es una desviación que se ha venido imponiendo con el correr del tiempo (nuevamente aparece el déspota) y que ha funcionado para todos los que, justamente, suelen saber disfrutar de esos momentos habitualmente. Qué quiero decir con esto?

De seguro existe algún empresario adicto al trabajo pero ese es un problema que sólo puede

resolver un tratamiento deteminado. Por lo general, diría que es gente con la capacidad de mixturar trabajo y placer con mayor frecuencia que cualquier asalariado. De por sí, no tienen un cronograma vacacional ni mayores impedimentos económicos. Con lo cual podrían, si lo desearan, darle mayor lugar al ocio que cualquiera de sus empleados. Cómo se logra esto?

Pues justamente con el trabajo sostenido de aquellos, que generan esa riqueza. Y que es devuelta en forma de sueldo de manera que sólo pueda alcanzar para vivir dignamente (en el mejor de los casos).

Quedan alternativas a mano, dejar de depender de alguien para solamente depender de uno sería el inicio, claro está. La culpa es del chancho?

Mientras tanto, tenemos todo el año para poner el Travel and Living y disfrutar del azul del mar y los paisajes que nos devuelve la pantalla. Añorando los últimos 15 días de descanso desde el sommier cualquier noche de invierno con 5 grados de térmica...

jueves, 12 de noviembre de 2009

Round eterno


Hace días que algo atenta contra mí. Soy yo una vez más. Saboteando de a poco, y con el mayor de los sigilos, toda esperanza de superación. Arquitecto ciego de un destino sordo que no sabe de otra cosa más que repetirse incesantemente. Coartando el bálsamo de esperanza que pudiera aflorar de la sequía, eliminando todo vestigio de verde que quedara de la nada. Eligiendo no elegir.

Atravesando también el dolor físicamente, un masoquista enredado en los hilos de la marioneta que se encargó de cincelar y vestir. Testigo mudo del debate interno que se produce de tanto en tanto, donde siempre vence por puntos el mismo sujeto. Qué le queda al que quiere asomar la cabeza y demostrar de qué está hecho? Sólo la resignación de ver cómo se arreglan los resultados que lo confinan a continuar entrenando en las sombras, cada vez más duramente.

Un campeón sin corona, sin alientos, que suele quedarse sin banquito sobre el ring. Alguien al que el tiempo, ser inclaudicable, lleva a otro round para ser vapuleado nuevamente hasta quedar extenuado en la lona implorando que se arroje la toalla.

Imaginando en ese trance un mejor pasar, donde sea él quien elija al combatiente y no estar confinado a ser el partenaire de cualquier desquiciado que detente el poder.

Poder económico, poder mental, poder físico...siento que revuelvo el basural para ver qué me han dejado de ellos. Y las sobras, a esta altura de los hechos, no abastan para seguir adelante. Tiene que haber algo superador...

Intento encontrarlo de vez en cuando, sobre todo si las circunstancias se vuelven irremontables.
Pero la búsqueda dura menos que el padecimiento. He allí parte del porqué me devuelve esta imágen el impiadoso espejo. Si pusiera el mismo énfasis para hallar la claridad, no estaría sumergido en el ocaso.
Tengo una cuenta pendiente con este tipo...

domingo, 1 de noviembre de 2009

El que busca...


Soñé con vos nuevamente. Ya no sabía realmente cuántas noches habías estado entreverada en los cuentos que fabula el inconsciente en esas horas.
Cada vez te ibas acercando más, conforme pasaba cada una de ellas.

Empezaste siendo un contorno sutil, envuelta en finas sedas blancas que flotaban irreverentes por la brisa tenue que parecía atravesarte toda.
La noche siguiente a tu primer aparición, intenté encontrarte nuevamente.
Claro estaba que se me iba a dificultar hacerlo teniendo por delante el arco vacío para embocar de chilena el gol del campeonato con la nueve en la espalda mientras se vencían los alambrados una Bombonera que coreaba toda: Saravia, Saravia!!

Volviste a aparecer una tarde calurosa de domingo. Allí, meciéndome en una hamaca paraguaya a orillas del Arroyo Dorado en el Paraná, comenzaste a acercarte sigilosa. Pude distinguir
tu delgadez extrema en ese resplandor inexplicable que te vestía y hasta creí ser invadido por tu aroma en aquella ocasión.

Muchas veces, solías quedarte observando sin hacer nada. Y yo también entraba en ese juego de miradas sin ojos, esa dialéctica muda que nos ataba en lo denso de la negrura del cuarto.

Durante el día te traía a la mente intentando descifrar si eras alguna de las mujeres que conocía o había conocido. Recordé una antigua novia descendiente de alemanes, otra rubia de la cual no conocía filiación pero de la que sí podía dar fe de su extrema palidez. Pero ninguna era tan alta como vos y carecían todas de tu gracia en el andar. Podría jurar que flotabas y no me hundiría luego en los avernos.

Manejaba en la madrugada, lo recuerdo bien. Presuroso porque el negro cielo amenazaba
con escupir aquellas bolas de hielo que, inefables, convertían a los coches en coladores con ruedas. El destellar amarillo de los semáforos hacía que la imprudencia estuviera dentro de cierto marco legal, aunque a esas alturas llevara el auto a unos 100 km por hora por la desolada avenida. Comenzó a gotear grueso y el pie derecho se tentó a hundir el pedal aún más.

Las noticias daban cuenta de que granizaba a unos escasos kilómetros y que era inminente que lo mismo ocurriera en la ciudad.
Saliste de la nada, cruzando la esquina sin detenerte y enfilaste resuelta hacia mi. Como si quisieras haberme encontrado desde aquella noche en que te ví danzando en el horizonte, toda tu belleza envuelta en el blanco halo.

Debo decirte ahora, cara a cara, que no te han hecho honra quienes te dibujaron de negro cargando una pesada hoz en tus hombros.

jueves, 1 de octubre de 2009

Genocidio de neuronas


Esta frase la he acuñado hace unos cuantos años y tengo un ejemplo palpable para demostar qué esto es lo que están fomentando que ocurra en nuestros cerebros:
Cada vez hay más gente que sólo trabaja de hablar de otra. Esto quiere decir que su vida laboral se sustenta en la de otro. O peor aún. Ese otro, lejos de tener alguna, ha basado la suya gracias a un escándalo con alguien que sí la tiene. Quiere decir que, de alguien que ha producido algo (así sea un falso paso de baile) pueden obtenerse varios puestos de trabajo.

Serán informales, de plazo efímero quizás también. Pero siempre la pantalla ha pagado bien y en tiempo y forma. Alguien ha tomado nota de los niveles de discusión en los que se manejan los programas de la tarde? No existe posibilidad de tener otra propuesta en el aire en esas horas? Porque todo se concentra en el mismo momento y no dan alternativas si uno prende el televisor y carece de cable.

Para peor, marcan la pauta del estado actual de una parte de la sociedad, la que vive para saber qué hace la "ex botinera actual pareja de tenista bien rankeado" en el programa de las 15 hs o qué opina el impresentable panelista del "ignoto gato devenido en vedette de espectáculo con pocas entradas cortadas" con otro animal de su misma especie.

Quizás tenga memoria precaria, pero creo que cuando era chico (y no hace tanto tampoco) existía otro tipo de preferencias en el común de la sociedad. Sociedad que, de no interesarse en tales nimiedades, haría que todos estos programas de chimentos baratos tuvieran que dejar el aire y hacer que sus "periodistas" salgan a ganarse el pan por las suyas de una buena vez.
Esto no es un comentario facista. Es calro que cada uno puede hacer uso de su masa cerebral como mejor quiera obviamente. Lo que sí me parece un despropósito es que uno sólo pueda encontrarse con estos personajes a cada rato en la televisión. Un medio por el cual deberíamos poder recibir algo más que los números a las que llevó su delantera "la antigua novia del famoso empresario" después de pasar por el bisturí....


lunes, 7 de septiembre de 2009

Bocanada


Estiré el brazo buscándote. El vació fue respuesta y desaliento. Quise mitigar la oscuridad, vencer juntos una vez más al impune viento que traspasa por la noche las cortinas del cuarto.

No hubo respuesta.

Parece mentira después de tantos años y tanta vida dejada atrás. Ni despedida hubo siquiera. Sólo el abandono impensado que, aún hoy, me tortura a estas horas.

Extrañar es, casi a esta altura, el menor de los males. Me siento perdido sin tu presencia, sin tu perfume. Cambiaron mis hábitos, mis costumbres sagradas, rituales en los que nos entregábamos sin medir consecuencias. Aún recuerdo cuando nos escondíamos al principio, alejándonos de los que ignoraban nuestro vínculo. Sólo nos mostrábamos algunas noches de fin de semana, mimetizados entre la turba adolescente. Aun así, nos sentíamos en falta al regresar al hogar y procurábamos conservar la relación bajo llave.

Más de un mes ha pasado...quiero dejar de quererte aún. Es un esfuerzo titánico, bien lo sabés. Abusándote, paseás de la mano con otro delante de mis narices. Tu boca encendida parece querer aferrarse a la mía otra vez... despechada.

Y yo te nombro tantas veces que te hago presente en la ausencia. Una actitud destinada más a dar lástima que a volver a encontrarte realmente.

Aunque sé que estás en cualquier esquina a la espera de mis ruegos. No porque me necesites, sino porque conocés perfectamente lo que me has hecho. Igual te confieso: no quise librarme de vos, no quiero olvidarte por siempre.

Hicimos una pareja fantástica más de una vez y vencimos tantos obstáculos unidos que, ahora, comprendo cuán vulnerable me he transformado sin tu calor.

El sueño por fin vence. Una vez más he logrado pasar otra jornada sin besarte.....

sábado, 29 de agosto de 2009

En este viaje, no estuve sólo....


Enfrenté la circunstancia. Me animaría a decir que fue una actitud intrépida trepar al escenario con tan escasa preparación. No porque sobrara paño, sino todo lo contrario. Debía ser así.


Un tanteo previo me había brindado una leve confianza en las posibilidades. Sin embargo, la noche anterior un miedo me abrazó entre las sábanas. Una estocada primero, otra repetida luego, allí donde ya había conocido el dolor en la carne. Pero había que ser responsable una vez más y no podía dejarme avasallar por el miedo.

Pedí prestado coraje, mirando al cielorraso, prometiendo devolverlo con intereses. Desperté y la sensación pesimista que me había acunado se declaró en fuga.


La mañana siguiente, un agosto en traje de enero iluminaba la casa. Otra masacre ocurría en algún punto del planeta y apagué el televisor para no estropear la escena. Un despertar así merecía la máxima gratitud luego del temor paralizante con que abracé la almohada.


Faltaban horas nomás e intenté pensar solamente en el minuto siguiente, en el segundo que se avecinaba y no en la noche por vivir. Vislumbraba cierta tensión lógica en mis pares, algún morbo asomando el cogote también. Y mucha energía positiva también, escudándome de todo.


Un terremoto interno mecía mis piernas a poco de que el reloj sentenciara el inicio. Recordé esa sensación, semejante a la que sentí cuando tomé el micrófono en los primeros conciertos.

Yo, que me había recluído ex profeso en los parches cuando tocaba con mis bandas en la adolescencia, saltaba de pronto a una exposición desconocida y no buscada.


Pasaron más de diez años ya y hay noches en que uno pierde el oficio, vencido por las circunstancias. Esos momentos donde la emoción es reina y uno sólo puede abdicar ante ella, suplicándole que lo deje emitir la siguiente nota por salir.

Vencidas las dudas, hoy sólo agradezco el impulso que me dieron mis afectos incondicionales y a todos los que, sin conocerme demasiado, me lo hicieron llegar de una u otra forma no sólo para poder resistir sino para disfrutar las dos horas del show del sábado. Será hasta la próxima...



jueves, 13 de agosto de 2009

Dulce espera


Sin obligaciones, sin horarios, en un remanso casi insultante para quienes deben madrugar.

Por el contrario, mi única obligación es guardar reposo. Sin embargo la empresa no es fácil puesto que por algo he llegado hasta aquí de este modo, según el diagnóstico médico a prima facie de mi dolencia (ver el texto anterior si se desconoce la misma).

Asumo que no puedo conservar la misma posición por más de media hora y doy fe de que varios temas se amontonan en mi mente, la cual no dejo descansar del todo jamás. Casi como un ejercicio le voy minando el camino de inquietudes, acertijos, teoremas que me recuerden lo transitado hasta aquí o aquello por recorrer. Quisiera que fuera de mayor
provecho que esta inútil retrospectiva o futurismo sin sustento...

Debería estar escribiendo canciones, aprovechando este parate de facto. Pero las ideas parecen apretujarse en algún lugar del cual no saben descender, quedando varadas allí. Algunas estarán madurando espero, las más pudriéndose lentamente estimo.

Y el martirio vuelve silenciosamente con contorno de pregunta: cómo hice para escribir aquel tema cuando tenía diez años menos que hoy o dónde queda demostrada cabalmente la experiencia, el conocimiento que he ganado con el paso de los mismos...

En ese ir y venir mental, esa oleada fatigante en la que no hay testigos, derrocho tiempo precioso. Y la canción buscada, jugando una escondida interminable en la plaza del olvido.

Pero sé que va a llegar imprevistamente. Me sorprenderá en algún semáforo o aparecerá sigilosa con un par de líneas.

Sigo escribiendo porque nunca se sabe cuándo saldrá a revelarse y gritar:
"Piedra libre para mí y para todos mis compañeros...."

miércoles, 5 de agosto de 2009

Aprender a escuchar...


No en vano el cuerpo nos da señales. Nos negamos muchas veces a verlas, a percibirlas, minimizándolas. Son sutiles, a veces, pequeños destellos. Otras son más severas y drásticas pero llegan cuando dejamos pasar a las primeras, indiferentes.

Este packaging es un diseño perfecto que viene en distintos tamaños y formas. Hay quienes se empeñan deliberadamente en transformar el original, otros que se empecinan en arruinarlo con el correr del tiempo.

Pocos gozan de lo que en fortuna les ha tocado. Y lo descuidan por lo general de diversas maneras. Negándolo, escondiéndolo, acorbandándolo en esta pasarela absurda en que se ha convertido la calle. Castigándolo con sobrecargas, exigiendo cada vez más sus fibras para ganar la aprobación del jurado neurótico de la última fila del colectivo. Llenándolo de toxinas por décadas, traumándolo con certeros golpes a la autoestima también. Pretendiendo que es otro de los trajes que colgamos cuando llegamos entrada ya la noche.

Cuando el envase presenta alguna avería, intentamos emparcharlo con lo primero que se nos venga en mente. Calmantes, antifebriles, hepatoprotectores, anticonvulsivos... todo lo que colabore a tapar lo que nos quiere contar con sus manifestaciones. Y las señales pasan de largo una vez más...

Pero él tiene rencor y memoria. Es un viejo conocedor de nuestras mañas y manías y un día levanta el pie del acelerador y se tira a la banquina sin prender balizas. Tarde nos anoticiamos de que emprendimos el viaje sin rueda de auxilio y con el tanque casi vacío.

Todavía somos capaces de enojarnos porque de eso, claro, no podemos olvidarnos. De cuidarlo debidamente, de darle respiro, agua y comida necesarias, abrigo y aire como lo requiera sí.

Es un día importante este que está terminando... porque he aprendido que no lo escuché a tiempo, que negué cada llamada de atención que me fue dando. Que poder estar nuevamente en casa es un privilegio al que no debo acostumbrarme. Que debo ayudar a que sea posible vivir cada día en salud.

Lecciones de las lesiones...

sábado, 18 de julio de 2009

Amigos


Con las primeras palabras, sin tener todavía noción de todas ellas, comenzamos a dialogar con las miradas en algún arenero. Vamos cincelando así nuestra primera perspectiva de que somos individuos sociales, de que alguien más que papá, mamá o la familia existen en nuestro universo.

Seres que luego irán mutando incesantemente en cada etapa de la vida.

Prestando un balde o una bicicleta aprendemos a desprendernos de lo propio para ser solidarios, integrarnos y recibir afecto de un desconocido. Eso queremos todos desde siempre.

Acaso no es parte de una incesante búsqueda hasta nuestros días?

Después formamos clanes en el patio del colegio y la empatía se genera muchas veces por la cercanía entre sus miembros. Es más fácil moverse en un radio de pocas manzanas cuando uno tiene 7 años y los permisos que emana la máxima autoridad son escasos.

Algo más crecidos, vamos juntándonos por algo más que el domicilio, adqiriendo gustos y personalidades que nos van llevando a clasificarnos en algún subgrupo más homogéneo.

Los estudiosos, los que viven para el esférico a toda hora. Los eternos James Dean de guardapolvo, rebeldes sin causa ni pausa que asolan las clases con sus golpes y empujones.

Las enamoradizas que escriben cartas al novio (que nunca llegará a ser el mismo para el mes siguiente) con brillantina sobre plasticola, aromando las cartas con el perfume más caro de mamá.

Hasta que nos sorprende un cambio radical al llegar al secundario. Nuevamente uno es un extraño entre extraños. Arranca otra etapa que será, con el tiempo, añorada o detestada según la etiqueta que haya recibido en ese ciclo. Porque es cierto que la crueldad suele manifestarse de manera despiadada a esa edad. Nos haremos socios del tabaco en un baño de atmósfera enrarecida, tendremos el despertar sexual y empezarán a jugar otras variables para tejer alianzas. Probablemente seguiremos con alguno de ellos por el resto de nuestras vidas.

Perdida la inocencia, llegamos al punto álgido del recorrido.

Facultad y trabajo serán el máximo exponente de lo mejor y peor de cada uno. Queriendo destacarnos sobre el resto o pasarla lo mejor posible a costa de otros. En ese terreno de solapada hostilidad también podremos encontrar laderos que combatan en la misma trinchera y tengan el mismo objetivo que uno en la mira. Nuevamente firmaremos tácitamente pactos de no agresión en pos de alcanzarlo, hasta tomándonos alguna copa cuando ya dieron las 5 pm y es tiempo de treguas.

En definitiva, amigos serán siempre muy pocos. Quedarán en el camino aquellos que uno creía eternos, llegarán otros y se irá retroalimentando la lista indefinidamente. Siempre necesitaremos de su incondicional presencia para subsistir y seguir conservando humanidad en nuestro ser.

Para ellos, felíz día. Perdón por los olvidos y gracias por lo que me han dado.



miércoles, 15 de julio de 2009

Cosa extraña


Avanzar, retroceder, desviarse, acelerar...todo termina siendo movimiento en definitiva. Podemos hacerlo en línea recta sin mirar al costado, como los mateos del zoológico.

O hacerlo lentamente, con la parsimonia de quien maneja sólo los domingos. Metafóricamente, como los cangrejos de alguna playa desierta, pergueñando contínuamente en lo pasado. O quizás con un desenfreno tal que nos permita evitar los carteles que la ruta nos señala preventivamente.

Quedarse quieto es sinónimo de estancarse.

El cuerpo, la mente, la vida nos reclaman algún gesto que la saque de la comodidad. Puede que esté en nuestra naturaleza, puede que el ritmo de la ciudad así lo condicione.

Encarar desafíos, ponerse metas, escalar hasta que los dedos esten entumecidos en la montaña de los sueños.

Quien sufra de vértigo, que se mude a una chacra a cultivar su alimento. Que viva alejado de sus pares, sin electricidad que lo acerque a las sucesivas tentaciones que irradian las pantallas.

El resto, mortales alienados, seguiremos en la danza eterna en la que hasta los postrados bailan imaginando otro destino.

Craneando la próxima jugada, estrategas del día a día. Sobrevivientes algunos, vivos por demás otros.

Un amasijo rodando y rodando. Entremezclados los unos con los otros en una pirámide venida a menos.

Seguramente estarán quienes quieran bajarse del samba enfermizo como también los que disfruten del mareo y de los golpes. A veces me quedo a mitad de camino contemplándolos.

Hasta que la noche me sorprende con su helado aliento y parto nuevamente.

lunes, 6 de julio de 2009

Pide y se te dará...


Tenía treinta pesos en el bolsillo esa noche. Sin embargo al próximo amanecer esperaba sumar unos cuantos billetes, tras haber entrado a regañadientes al grupo.
Ellos arrancaban temprano en la casa del Laucha, reducto donde las esperanzas se materializaban al apoyar el último vaso, quien fuera el artífice de que sumara al clan tras convencerlo de lo fácil de la cuestión, de la necesidad de su destreza al volante, de poder escaparle rápidamente a la miseria en la que estaba...
Saque si quiere ganar! dijo un tal Ramírez, mentor del plan, sumándo dos rayas más a su cuenta. Por detrás, el resto reía sin saber bien de qué.
Acusaron las once las agujas del reloj. Envalentonados, subieron los cuatro al furgón y avanzaron por las calles de tierra rumbo a la ruta. La cumbia aturdía a los cinco ocupantes mientras la madrugada parecía estar sedada fuera del habitáculo.
A menos de un km del depósito, apagaron el estéreo y comenzaron a chequear el fierrerío. Una 45 quitada al último policía acribillado, dos 22 "matagatos" que amedrentaban más que otra cosa y un Colt 32 que tenía unos cuántos atracos en su haber. Todo estaba listo para adentrarse en la metalúrgica.
Tomó el volante y enfiló resuelto. Dos luces azules a lo lejos, lo hicieron apagar las suyas y resguardarse a la vera del camino. Sentía el corazón trompeándolo en las costillas.
Tras la ventanilla, contempló los pañuelos rojos, botellas y damajuanas vacías arrinconadas frente a la estampa del Gauchito Gil.
No era creyente antes y menos después que la leucemia le arrebatara a su primogénito. Pero sintió la necesidad de encomendarse a ese ícono. Todavía en casa lo esperaban otros dos vástagos y su mujer.
Aguardaron a que entrara el primer camión del reparto, manejado por un vecino de la humilde barriada al cual habían hecho socio previamente. El portón gruñó al abrirse y, trepadas al paragolpes, divisó las siluetas de Matute y del Laucha perforando la mediocre vigilancia.
Arrimándose sigiloso, desenfundó el imponente revólver y encaró al empleado de seguridad quien no opuso resistencia.
Todo venía resultando tal cual lo planeó Ramírez. Nunca supo si ese era su apellido verdadero pero mejor ignorarlo, pensó. Sabía si que había estado guardado más de lo que había caminado en su vida. Sólo haría un "trabajo" y con su parte pensaba comprarse un auto para remís.
Desde que había sido echado en la última crisis, todo se había vuelto cuesta arriba. La enfermedad de Nahuel lo había dejado en la ruina, lugar del que era habitué, hasta que consiguió aquél trabajo en la textil. Esos tiempos de bonanza se le cruzaban por la mente en este momento y a ellos añoraba volver después del atraco.
Flanqueado el ingreso, redujeron a los pocos operarios que trabajaban en el turno nocturno y avanzaron a la Administración. La vetusta caja fuerte ronroneó gentilmente en las manos del Laucha y desnudó el efectivo y cheques que poseía. Algunas computadoras y elementos electrónicos servirían también para aumentar la cuenta. Una hora más tarde, ya sustraídas las cintas de las cámaras y encerrados convenientemente los empleados, se alejaron presurosos al estacionamiento donde Ramírez los esperaba cargando las cosas.
Al aproximarse, un fogonazo iluminó la incrédula cara del Laucha quien cayó seco al pavimento. Otro más y fue Matute quien lo hizo sonoramente al hacerse añicos el plasma que acarreaba.
Para cuando las piernas querían salírsele del cuerpo, un ardor desconocido le corrió por la espalda tumbándolo también. Alcanzó a divisar cómo se escondía en la campera la humeante 45 y más arriba el rostro impávido de Ramírez.
Giró por última vez la cabeza, contemplando aquella imágen a la vera de la ruta y se sintió más identificado que nunca con el pagano santo. Cayó por gil y gauchito...

miércoles, 1 de julio de 2009

Somos los mismos de siempre


Terminado el escrutinio, no pudo más que soltar una mueca de alivio. Importaba el resultado claro está, pero más todavía el acabar con tanto asedio periodístico, tantas horas de sonrisas apócrifas para la foto, tantos viajes a parajes desconocidos de la provincia.

El ser una figura política tiene sus desventajas.

Bien lo sabía cuando tuvo que esconder algún que otro hijo a la prensa a cambio de ciertos privilegios para el reportero inquisidor.

Su mujer conocía esos deslices pero cambiaba el qué dirán por una vida social en armónica conveniencia. Como compensación, terminó por tener algunos encuentros furtivos con el secretario privado de su esposo.

También era cierto que él estaba allí más por descendencia que por mérito propio.
Su carrera en el Derecho no había sido brillante como la de su padre, ni su abuelo.

Pero el feudo estaba consolidado y los cargos iban sucediéndose generación tras generación.
De hecho, la familia completa ocupaba cargos y su mujer no sería la excepción, ocupando la cartera Salud y Bienestar Social para darle un aire "a lo Evita" a la gestión.

Aún así, en algunos casos, la suerte les había sido esquiva en las urnas. Nada que no pudiera dirimirse luego tras una charla amistosa en principio y alguna balacera intimidatoria luego.

Marionetas sobran, deciá el viejo caudillo, y tengo comprados los hilos ...

Las primeras encuestas lo habían colocado en una paridad. Terciaba un potencial candidato, al cual bastó convencer con 1000 hectáreas del gobierno provincial, para el tejido de una endeble alianza.

Llegado el día electoral, los boca de urna auguraban un triunfo por 4 puntos. En la gobernación las pantallas de plasma abundaban y el enjambre de reporteros revoloteba mientras iban llegando los cómputos desde la capital. Los dedos mecián los hielos en el vaso de Chivas mientras su
diestra recorría un pañuelo por su frente. Los números desconocían la lógica o, al menos, eso empezaba a creer. La exigua diferencia a favor no le permitía el relajo acostumbrado.

Llevaba 8 años dirigiendo los destinos de SU tierra e iba por otros 4.
Su padre había logrado modificar la Constitución Provincial y se había mantenido impertérrito 16 años en el cargo. Luego llegó su turno, ahora no podía ser menos.

De repente un entumecimiento se apoderó de su brazo. Rígido, cayó desplomado al suelo volcando el resto del etílico en la alfombra persa. Corrieron todos tras él dentro de la habitación, procurando reanimarlo. El equipo médico se hizo presente y fue derivado de inmediato al nosocomio más próximo.

Siendo las 5.50 AM se comunicó oficialmente su deceso. Para esa hora la elección tenía un ganador por tan sólo 0.42%. Continuó siendo un digno heredero.
Viva la democracia...

miércoles, 17 de junio de 2009

Según pasan los años...


Otra mañana y despierto el intento de levantarme.
En la televisión, los goles de la campaña del Barsa campeón se funden con los golpes de la obra del último edificio que entra en la manzana.
Un leve atisbo de luz traspasa la persiana que resiste estóica el embate del viento azotando el octavo piso.
Más abajo imagino las manos ateridas de los pibes entrando presurosos al colegio de enfrente. Bocinazos a destiempo llegan como prueba enfática del malhumor y la impaciencia.

Destapo mi ser y mis pupilas a la vez. El frío del cuarto atestigua la carencia de una estufa.
No puedo quejarme sin embargo, siempre hay otro en peor situación.
Con el cuero de pollo, echo café en la taza que quedó sin lavar desde ya no me acuerdo cuándo.
Mientras, gano un par de minutos injertándome el pantalón y poniéndome una remera sobre la cual dormí. Pretendo conservar a rajatabla algo del calor del acolchado.
Doy cuenta del famélico desayuno en un sorbo único. Acomodo un tanto el pelo y lavo mis dientes.
La indecisión se vence luego, al colocarme el pulover. Ya no hay vuelta atrás.
Resta sólo encontrar las llaves, tarea no siempre sencilla, y emprender el descenso directo a los avernos laborales.

Apreto el botón que se ilumina luego, anunciando un movimiento que no se produce. Alguien debe haber dejado la puerta abierta del ascensor supongo. Repito el mecanismo pero, esta vez, un piso más abajo. Nada ocurre. Debe existir una confabulación, una logia matutina empecinada en que deba bajar los siete pisos restantes por la escalera.

Emprendo la tarea no sin antes recordar parte del árbol genealógico del descuidado o malnacido copropietario. Tres pisos más abajo ya no me importa en cuál de las dos categorías se enrola el sujeto, optando decididamente por la segunda.

La mochila cargada se va convirtiendo en un yunque mojado. Una vez llegado a tierra firme refrendo el daño causado por los años de tabaco y por los años en sí.
Es tiempo de hacer ejercicio me digo, mientras enciendo el primer rubio al subirme al auto.

viernes, 22 de mayo de 2009

Desarmados


Recientemente, a un compañero del trabajo le sustrajeron su vehículo. Uno de los tantos amanecidos que se vuelven peatones tras el rocío de la noche.

Lo particular de esta historia es que era titular de un Renault 6 del año 81 (si.. cuando Boca salió campeón con Maradona, recién salía del ensamblado).

Más allá del modelo, era un coche sin nada llamativo, humilde. Reflejo de un laburante que, a punto de pisar los cincuenta, recién puede construirse la casa propia. En los fines de semana y con sus propias manos, aclaro.

El Renault apareció a las pocas horas absolutamente desmantelado a pocas cuadras de donde él vive (orgulloso morador del barrio Km 30 en Adolfo Sourdeaux).

Ya sin neumáticos, y con el alma algo desinflada también, intentaba llevárselo con una grúa mientras los lugareños se lo impedían a pedradas para poder ultimar definitivamente al viejo rodado.

Cuándo y cómo se originó esta "intifada" entre pobres?

Cierto es que pobres siempre hubo, que el robo existe desde que el hombre es tal...pero los llamados "códigos" están absolutamente defenestrados. Porque es evidente, como él me decía, que esto fue un "encargo de otro perejil" (cito textualmente) que tiene otro auto de la misma antiguedad y que necesitaba algunas piezas para el suyo.

Vale decir este es un fiel exponente de lo que se ha generado en estos últimos años, la "cultura" del facilismo:

Para qué esforzarse en ganar lo propio si es más sencillo apropiarse de lo ajeno?

Para qué trabajar tanto si el mensaje que nos vienen transmitiendo es que se llega al dinero y la fama (no al reconocimiento, algo bastante diferente por cierto) a través de un escandelete de peluquería barata?

Para qué partirse el lomo si el Estado está esperando agazapado para dar un asistencialismo hipócrita y deficiente a cambio de un voto que cada vez es menos analizado?

Para qué estudiar años, adquiriendo conocimientos, si se ve tanta ignorancia suelta subida a un último modelo?

El "Cambalache" de Discépolo está cada día más vigente...seguimos cada día más peligrosamente ignorantes.

Porque es parte de esta "cultura del facilismo" el dejar de lado la educación. Germinamos ignorantes y cosechamos desguasadores, marginales, más violencia. Más armas y cada vez más desarmados para resistir y ser críticos.

Estamos consolidando así el eterno estancamiento de clases. Ahí estarán los votos necesarios para ganar la próxima elección....

lunes, 20 de abril de 2009

Perdido


Luego de ir y venir por tantos lugares, de desandar el recorrido una y otra vez mil veces, ahí estaba tal cual lo había visto la última vez cuando se escapó.

Casi que me animo a preguntarle si era él por temor a llevarme algo ajeno.

Estaba jugando con el agua del bebedero , en la plaza de mi viejo colegio.

Había quedado por el piso hace un tiempo y se ve que, aburrido, decidió echarse a andar y rehacer su vida.

Yo seguí con la mía, a otro pulso obviamente, sintiendo terriblemente su ausencia al principio y luego agradecido de que hubiera seguido su camino.

En ese lapso me cambió el carácter. Me sentí invulnerable, omnipotente e inmensamente vacío a la vez. Hacía carrera en la empresa, ganándome la antipatía de varios compañeros. Eso no me generaba absolutamente nada, puesto que habían pasado a ser poco menos relevantes que la limpieza del escritorio en el que habitualmente trabajaba.

Tampoco estaba al tanto de la familia y mis amigos. Desconecté el teléfono al primer llamado inquisidor, con la parsimonia con la que suelo acariciar al gato. Más por evitar el desvelo que por brindarle cariño. Cariño? Tenía recuerdo de algo similar. Una sensación vaga, un pequeño destello nomás.

Definitivamente los sentimientos se los había llevado aquél que, ahora, estaba sentado en la hamaca conmovido al ver un par de gemelos jugando en el subibaja.

Decidí no preguntar y, tomándolo con la guardia baja, lo encarcelé inmediatamente donde solía estar. Juré nunca más sentirme tan triste como para perderlo de nuevo.

Prometí darle debida atención a sus inquietudes, a su parecer...

Al fin de cuentas es mi único corazón.

martes, 14 de abril de 2009

VACACIONES


Para algunos es sinónimo de desenchufarse, desconectarse unos días de la rutina en la que nos sumergimos enfermizamente. Ese breve lapso donde nos damos lugar para encontrarnos con uno mismo, donde nos damos ese tiempo necesario para "no hacer nada".

Ahí, sea bajo el sol o las nubes, inmersos en algún libro, contemplando simplemente el balanceo de unas hojas o embelezados con algún animal que se aparece, nos sentimos plenos.


En esa búsqueda de paz se produce la antítesis de la desconexión.

Porque es en ese instante donde más estamos presentes, donde más genuinos somos, donde más nos reconocemos.

Todo aquello que nos rodea no es más que un marco para que ello pueda producirse.

No hay en qué pensar, cosa que estoy aprendiendo y aprehendiendo para mejorar la calidad de vida (sugiero lean "El poder del ahora" de Eckhart Tolle).

Todo parece estar realmente bien, somos menos vulnerables a las irritaciones (claro, si estamos de vacaciones dirán) y más proclives al entendimiento.

Es evidente que tenemos otra vibración, la que se se nos apaga (o dejamos apagar) una vez que se termina el descanso.


Cómo sería si todos tuviéramos esa sensación en continuado?

Despertar en la cama de siempre pero sentiendo que todo es distinto, que cada hora que pase es un nuevo reto, otra cosa nueva por la cual salir del embotamiento crónico que es lo que nos autuproponemos sin saberlo, al dejarnos gobernar por la mente.

Todo se nos hace tan automático, todo parece tan predecible.

Y todo en realidad es tan diferente a lo que nos armamos, en esa necesidad de planear cada paso que daremos.


No estoy diciendo nada nuevo con esto, seguramente muchos lo habrán escuchado o leído, hasta puede que ya lo estén poniendo en práctica.


Los invito a sumarse entonces, a que no se termine esa sensación. Aún sabiendo que faltan varios meses, no pierdan la posibilidad de estar conectados con cada fibra de su cuerpo, con lo que nos rodea, estar más presentes y menos inmersos en el ruido de las "ideas" que (ya verán quienes quieran profundizar en ese libro) no son más que proyecciones de algo que no llegó o una retrospectiva de algo que ya pasó y dejó de existir. Ambas contaminan e, inconcientemente, nos estamos perdiendo cada segundo de nuestra vida...

sábado, 28 de marzo de 2009

Incongruencias


Tarde agobiante de marzo y un otoño que se esconde.

En la calle, pocos son lo que se animan a freírse y más son los que huyeron a algún oasis de cesped de los pocos que quedan en la ciudad y sus alrededores.

Otros quedamos postrados contemplando el incesante paso de las horas, sin hacer demasiado. Bastante lo que nos hemos movido durante la semana como para seguir el trajín in eternum.

Una picada, una cerveza, en un balcón que nos comunica con el mundo exterior. Privilegios del fin de semana.

Abajo, los trenes pasan de un lado a otro, despoblados . Se nota son las cinco de la tarde del sábado y no la mañana de un lunes cualquiera.

La escuela de enfrente se relaja también, casi recostándose bajo los jacarandás de la plaza lindera. Sólo algunos perros se escuchan y el motor de un auto que clama la eutanasia o una temporada en el taller.

Extraño. Siento que extraño algo que no puedo identificar. Algo se me fué? Algo abandoné?

Vivimos dejando días atrás, eso si, pero no llegamos a sentir la pérdida como para estar en un contínuo luto. Sin embargo siento que tiene que ver con eso...con la acumulación de esas pequeñas pérdidas quizás.

Hoy, haciendo nada, tampoco disfruto.

Reniego de un descanso que por contrato nos toca.

Hubo muchísimos otros días en que hubiese preferido descansar y no pude.

Claro, allí no había peros, había que estar al pie del cañón cumpliendo con el convenio, los compromiso... la maldita responsabilidad!

Pero hoy es sábado y juré dejar atrás el trabajo. Aunque dé trabajo el no hacer nada...

sábado, 14 de marzo de 2009

CRONICA DE UNA FIESTA ANUNCIADA

Jueves 12 de marzo:

La ansiedad y la expectativa de la previa hacían que los cuerpos se tensaran como vigas. Veníamos de una catarata diaria de ensayos, de charlas, pre-grabaciones, de varios ajustes en pos de un único objetivo: dar un show que quedara tatuado en quienes iban a ser partícipes de nuestro primer disco en vivo.

No era River, no era Obras, porque para nosotros la parada era conocida. Pero queríamos que fuera distinto esta vez: el Teatro de Colegiales debía ser testigo de la evolución musical, ante todo, y de la responsabilidad con que nos habíamos tomado este nuevo desafío.
Reversionar nuestras canciones, ajustar nuestro sonido al máximo nivel posible, dar un espectáculo integral con una puesta en escena diferente...

Sabíamos que había una vibración especial, una energía mayúscula en nuestro público. No habíamos subido a tocar y ya la fiesta parecía preparada de antemano.
Llegaban mensajes de texto y mails que nos daban la pauta de que, tanto para ellos como para nosotros, esto no iba a ser un show más de la banda.
A las 17 hs. arrancó el armado del escenario, la instalación de todo el equipo técnico, el seteo del monitoreo que necesitábamos y la grabación de un back up del show donde entre las 11 y la 3 de la mañana repasamos la lista completa, verificando los niveles de volúmen, etc,etc. Ya estábamos recorriendo las primeras horas del día más esperado.


Viernes 13 de marzo:

12 horas después volvíamos para el Teatro. Era el turno del armado de las luces, colocado de cámaras y prueba de sonido final con los invitados para el recital.
A las 19 hs teníamos todo chequeado. Sólo faltaba salir a tocar y encontrarnos con nuestro público despúes del receso obligado para preparar este show.

El camarín era un enorme volquete que contenía nuestros ánimos. Salimos a hacer algunas notas y comenzamos a palpar lo que se venía porque comenzaban a llegar los yakuzeros. Algunos hicieron un viaje demoledor para poder acompañarnos (Salta, Mar del Plata, Córdoba entre otros).
A las 21 hs nos dijeron que había muchos esperando entrar y pudimos retrasar algunos minutos la salida al escenario. Ya cambiados, nos fundimos en el clásico abrazo. Interiormente corría en cada uno de nosotros una emotividad indescriptible. Bajamos del camarín y el aliento se hacía sentir cada vez con más fuerza tras el telón. Lucho subió primero y los acordes de "La mañana del mañana " impregnaron El Teatro eclipsando al fervoroso "el que no grita yakuza para qué carajo vino..."
Tras él iba yo. Al ver el lugar colmado se me agolparon las lágrimas, pidiendo permiso para dejarse caer. Recordé por un instante el primer recital que habíamos hecho, las primeras canciones compuestas, el andar de Pampa en estos años.
Reprimidas ellas , sólo tuvo lugar una enorme sonrisa de satisfacción. Estábamos comenzando a delinear los trazos de la página más gloriosa de nuestra vida como banda...
El fluir de los temas fue incesante, al igual que el calor que nunca abandonó la noche. Calor que transformaba en pileta virtual el lugar. Todos estábamos empapados al rato. Abajo no paraban el agite...arriba mirábamos incrédulos ese espectáculo.
Pasadas las primeras 10 canciones hicimos un parate para acomodar el set acústico, aprovechando todos para quitarnos algo de transpiración en el camarín y cambiarnos la ropa algunos. Afuera, los acordes de "No estás" se mezclaban con las imágenes de las banderas hechas por nuestros incondicionales seguidores. Esta vez, ellas no pudieron entrar.
Fuimos encendiendo los veladores y ubicándonos sobre los cajones peruanos para que una versión de "Contra las cuerdas" minimalista ganara la noche. Era un respiro inducido, un remanso planeado en medio del oleaje de canciones.

Las siguientes diez casi fueron de corrido y, cuando me dí cuenta, la despedida estaba al caer. Increíblemente, sólo faltaban dos temas para cobijar esta noche en lo más profundo del corazón. "Juntos" y "Carnaval" coparon la parada final y, como siempre pero como nunca, el salto con la gente fue intensamante emotivo. Ya se había terminado la fiesta. Esa que estuvimos planeando tanto tiempo, se diluía en dos horas.

No es cierto que lo bueno dura un rato. Dura lo que uno logre atesorarlo.
Para mi ese momento único quedará grabado, no sólo en un disco, sino en la memoria.
Ahí donde deberíamos juntar sólo las cosas que dan satisfacción y aniquilar las que angustian.

El sábado se estaba tragando al viernes y todavía quedaban muchos en los alrededores de la puerta. Saludos, fotos, notas...y un bar que nos esperaba para extender la felicidad con nuestra gente. Ahora sí pasaría a ser recuerdo la noche soñada...






martes, 3 de marzo de 2009

De vuelta al barrio




Cuando muchos lo daban por muerto, resurgió como el fénix. Era cuestión solamente de tener ganas y algo de tiempo, como pasa con todas las cosas. Tenía todavía cosas por decir, varios motivos por los cuales ser espectador de un pleito amistoso entre el cerebro y el teclado. Uno manifestando su parecer, el otro articulando torpemente.




Surgíó también un tema que viene dominando este primer trimestre del año: la ansiedad de grabar un show enteramente en vivo. Un nuevo desafío que nos pusimos con la banda y del que daremos cuenta en pocos días. Hay un nerviosismo lógico, una ansiedad de demostrarnos lo que podemos lograr después de tantos ensayos, de tanta pasión volcada dentro de la sala.


Hay muchas personas trabajando para este evento y eso también es motivo de atención. Y de algunas distracciones también, porque ya no sólo hablamos de música, sino de imágen, escenario, luces, etc.


Se me ha vuelto a disparar internamente otra cuestión: es apasionante hacer lo que a uno le gusta, no me caben dudas. De a ratos puedo hacerlo, cuando me lo permito sobre todo. Y cada vez me seduce más la noción de dejar de lado la seguridad por la felicidad interior. Pero, por ahora, siguen coexistiendo ambos mundos: el trabajo cotidiano y la banda luego. Al escribirlo me doy cuenta del órden que le acabo de asignar...el cerebro está dominando, me digo....




Contaban una vez de un hombre quien, perdido en el descenso de un alto pico y ya con sus fuerzas agotadas, escuchó una voz que le dijo "Soltate".


Desconfiado, él seguía aferrado al arnés con el último esbozo de energía que le quedaba y así se mantuvo esperando a que lo rescaten. La voz continuaba penetrando en sus oídos..."Soltate Juan" decía. Hasta que terminó por congelarse en la estéril espera, ignorando que estaba a tan sólo tres metros de tocar suelo firme...




Será el momento de soltar?


domingo, 4 de enero de 2009

A ESTRENAR


Ya se descorchó la ultima sidra y se abrió el último pan dulce. Saludamos a todos los que quisimos y, por qué no, realizamos las debidas salutaciones de compromiso para que no piensen que dejamos el corazón en la guantera del auto.

Se fue el 2008. Ya arrojamos los papeles desde la ventana de la oficina, tiramos calendarios y recibimos un 2009 a estrenar.

Es un monoambiente pelado, una construcción estrictamente básica, con cañerías por termofusión para que no se nos escapen las lágrimas en vano y un parquet flamante listo para que lo transitemos con cuidado (evitando rayones innecesarios). Posee un balcón pequeño orientado al este, donde cada mañana el sol podrá darnos un nuevo motivo para querer levantarnos y donde podremos colocar algunas pocas macetas que nos recuerden que alguien siempre nos necesita.

La decoración es a piacere, dependiendo del buen gusto y la energía que le pongamos a la tarea, ya que los detalles de terminación corren por cuenta del adquirente. Tenemos 360 días por delante para dejarlo como lo soñamos.

De blanco inmaculado, el departamento recibiría feliz un toque de color para avivarlo y hacerlo más personal. De hecho, cada uno tiene su favorito: estará quien le ponga un arena que le recuerde las doradas playas que visitó, un verde intenso para el amante de la naturaleza, alguna gama de azul para quien necesite recostarse en las calmas aguas del océano.

Pero lo esencial es que nos apoderemos de este año, de este habitat nuevo que se nos entrega, con una renovada inspiración.

El desafío es que cada día que pase se refleje en algún pequeño logro, por mínimo que sea.

Que al terminar el día descansemos en paz sabiendo que dimos lo mejor que pudimos para mejorar como personas. Para querernos un poco más y aprender a querer al otro de una forma más sana. Habrá que seguir vistiendo este pequeño espacio, hoy vacío, sólo con aquello que nos haga sentir plenos.

Felicidad por ver como se extienden las verdes líneas en aquella maceta, como se nutren nuestras relaciones con los amigos, la familia, los hijos.

Felicidad por sentir que vamos siendo capaces de eliminar el "ruido" que atenta contra ella.

Les deseo que puedan armar este "bulín" como lo imaginen y que al llegar el 31 de diciembre lo vean aún mejor de lo que hoy lo imaginan.

Recuerden que lo único realmente importante es ser felices y, si se lo proponen, esa energía puede irradiar y contagiar a los que estén a su lado.

Salud y gran año para todos!