lunes, 30 de junio de 2008

Camino


Terreno vírgen, estaba hecho sólo para ser recorrido. No tenía ninguna marca previa, sólo debía montarme en ese sendero inexplorado y poner primera.
Nunca supe adónde llegaría o cuándo terminaba. Ni siquiera ahora que tengo algunos años transitándolo. Pero me animé y decidí que esa ruta sería mi mejor excusa por la que vivir.
Por él, fui acompañado muchas veces subiendo gente a dedo. Otras era yo quien se tiraba a la banquina y ponía balizas esperando que alguien me guiara en la neblina.
Una vuelta, venía contemplando la nada y me dí cuenta que el horizonte estaba arrimándose más a prisa que de costumbre.
Descolocado, tomé el celular y disqué a Seguridad : "el cliente se encuentra momentáneamente fuera del área de cobertura. Intente más tarde o deje un mensaje después de la señal" me devolvió la grabación.
Comprendí que el tiempo era exiguo si quería encontrala, así que marqué a Estabilidad para confirmar si era cierta tal vertiginosa aproximación: "el número ingresado no corresponde a un abonado en servicio. Intente más tarde. Gracias".
Las lenguas calcinantes se iban tragando el asfalto y el aire se volvía desértico. La desesperación se había adueñado de la escena. Arrojé el teléfono y dejé que mi mente se tomara un respiro.
Que el corazón me condujera este tramo. Sólo atinó a soltar el acelerador y el horizonte comenzó a retraerse...todo volvió a colocarse como lo recordaba. No sea cosa que una vez que llegara a destino perdiera algo de vista con tanto acelere....

viernes, 27 de junio de 2008

Refugio


Ahí estaba, como la dejé hace unos veintipico de años. Seguía estando un tanto maltrecha pero cumplía con su propósito. Varias capas de pintura abajo, seguro encontraré esa postal que se ancló en mi recuerdo.

Pasaron varios intendentes en el medio, y el paisaje no ha sufrido tantas modificaciones. Salvo por las rejas a media altura que impiden que la jauría deambulante comparta su tarde junto con los diminutos constructores de sueños de arena.

El bebedero, que nunca logró quitarle la sed a nadie luego del primer día de instalado, la estatua custodiada por los jacarandás y las piedras de ladrillo desperdigadas en la tierra maltratada.

En sus asientos se han dado cita los más guapos del barrio y también los que intentaban ganar su amistad. Más para evitar que el algún momento les pidan prestadas "in eternum" algunos billetes para el vicio que por otra razón.

Allí escuché por primera vez a Riff cuando tenía once años, de la mano de Paloma (su apodo debíase a su eterno estado de volado) Esteban y Gustavito.
Ninguno de ellos logró despedirse cuando se fueron a jugar un picado con El Barba.
Compartían todo: las minas, las jeringas... el SIDA hizo el resto.

Allí le atajé un penal a Jorgito, un colorado de rulos largos que gastaba zapatillas como rivales. Esos que pintan para ser fenómenos y a los que la vida les termina exigiendo otros sacrificios más terrenales, como hacerse cargo de una madre viuda y enferma a los 15 años.

También fue ese arenero el que me retuvo más de la cuenta por quedarme a jugar con Lucía (mi primera novia) y me hizo perder de mis compañeros de preescolar. Por él, crucé dos calles en la clandestinidad para alcanzarlos antes de que llegaran al colegio.

Pero yo me debía algo con ella: al sentarme, toqué ligeramente sus cadenas, me impulsé y sentí el viento abrazándome la cara. Estuve un rato largo, yendo y viniendo, contemplando como el mundo se acercaba y alejaba en segundos.

Cansado, me bajé y al final pude perdonarle su certero golpe en mi ojo izquierdo. Ese que me tuvo dos días internado hace 28 años y del que llevo su viva marca....al fin y al cabo era parte del lugar. De mi refugio. De mi.

jueves, 26 de junio de 2008

ASUNTOS DE FAMILIA


Según quién te la cuente y cómo la pase con aquellos cosanguíneos que supimos conseguir (sin voluntad ni elección) hay diferentes perspectivas, entre las cuales están:

Los que mueren por mantener el contacto con todo árbol genealógico que haya resistido en pie, esmerándose, por ejemplo, en recordar los nombres de cada uno de los hijos de los primos y sus respectivos cumpleaños. Son los que no fallan en ninguna comunión, bautismo, casamiento o velorio. Por el hecho del encuentro en sí, más que la causa que lo originó.

Los que niegan provenir de ese vientre que hoy ostenta un estado similar a cuando uno estaba calidamente cobijado. No sólo por su dimensión sino porque, además, quien lo porta se ha convertido en una escollera que disfruta en silencio todos los naufragios amorosos que nos han ido sucediendo. Y están esperando el próximo para repetirnos algo como: "yo no soy bruja, pero sabía que esa chica no era para vos" o "a mi me sonaba raro que ese muchacho jugara tanto al futbol...sobre todo el que a la semana de romperse los ligamentos se fuera con su grupete a patear la pelota tres veces por semana"...

También están los ermitaños, abuelos de Heidi que saben que no nacieron de un repollo, sólo porque se los contó un amigo. Ignoran deliberadamente a todos y cada uno de sus parientes, cambian seguido el celular por pura paranoia de que sean ubicados gracias a alguna intervención divina, no tienen nada a su nombre por temor a que sean rastreados y evitan el uso del nombre y apellido, trocándolos por apodos. Se hacen llamar Cholo, El Gaita, Poro...

Algunos esperan ansiosos el tablón con los caballetes del asado dominguero y el griterió de los más chicos que gatean por debajo. Otros disfrutan viendo una película echados en el fiaca con unas papitas y un silencio de eliminación de copa.

El abanico es enorme y cada uno sabrá donde ubicarse...

miércoles, 25 de junio de 2008

Mil horas


24 no alcanzan parece, cada jornada resulta exigua para todo lo que uno desearía realizar.


Quizás sólo evitando el tiempo que nos consume aquello que no resulta placentero llegaríamos a hacerlo.


Pero somos carne de cañón y sabemos que será dificil presentar excusas de este tipo al jefe de personal. Por eso nos sometemos, voluntariamente o no, a dejar de lado actividades que nos permitirían ser un tanto más felices. La ecuación igualmente nunca cierra: más dinero queremos, más trabajamos por él, más tiempo dedicamos a ir tras la zanahoria y postergamos el disfrute para los 15 días que, con viento de cola, nos obsequia la patronal para el ocio anual.


Claro esto, mientras uno no haya llegado a un puesto jerárquico o sea cuentapropista con gente a cargo: será casi inaudito que no reciba algún llamado de la distante urbe, reclamando su buena memoria respecto a alguna documentación extraviada en su ausencia (como si uno desde la arena supiera dónde habrá quedado ese puto papel)


Puede ser también que quien lo suplante en su merecido descanso, recoja algún pedido descabellado que obligará a que su mente descienda milagrosamente a la consulta de stock para ver con cuántos insumos cuenta. Todo mientras al lado se disputa la final de tocata playera entre un combinado de portuarios y los recientemente liberados de Sierra Chica.


Por eso, mis queridos, pienso que el secreto no está en ese breve intervalo.


Radica en tomarnos con más calma nuestra cotidianeidad.


Como lo estoy haciendo ahora, desde mi lugar de trabajo...

martes, 24 de junio de 2008

No hay peor tirano que el que habita en uno


Claro, esto mientras no vivamos en un régimen de facto. Pero no deja de ser cierto que todas las limitaciones posibles nacen, se desarrollan, reproducen y mueren dentro de cada uno de nosotros.

Creer es poder, decía Jesús mientras aglutinaba fieles...

Era de los que descreía del poder de esa llama interna que nos puede calcinar y consumir o motivar a alcanzar un objetivo.
Hace un tiempo observé cómo con proponerme determinadas cosas (para no desmoralizarme nada que sea inalcanzable por el momento) y visualizarme habiéndolas conseguido, en un corto plazo se iban dando.

No soy místico, no visito iglesias ni templos demasiado seguido (siempre hay algun empecinado que se casa...). Así y todo, me convertí en creyente. Comencé a confiar en mi, en mis aptitudes, acepté mis falencias y errores del pasado.

Entendí que, aún cuando las cosas no salgan de la mejor manera, debía mentalizarme para torcer ese rumbo.

Hay una energía que todos tenemos y que no sabemos usar, la atracción que ejercemos sobre las cosas es realmente poderosa.

Cuando estamos con algún miedo, lo más probable es que terminemos con el resultado al que temíamos desde el principio.

Cuando realmente nos convencemos y nos sentimos seguros sobre alguna decisión a tomar, es más factible que se nos dé según lo imaginamos.
Todo es cuestión de uno y lo que se autogenere. Sería necio no reconocer que aún muchas cosas me atemorizan, obstaculizan, atoran, etc, etc.

Increíblemente, son las que peor me han salido. Por lo tanto recuerdo siempre que debo encarar los proyectos visualizando el objetivo como ya alcanzado.
Esa fuerza será capaz de atravesar cualquier inconveniente o será la solución del mismo.

Vencer al tirano interno es difícil...no imposible.

lunes, 23 de junio de 2008

Me da igual....








Defenestro a aquellos a los que todo les da lo mismo...

Ese gris eterno que repta en la comodidad de no comprometerse, evitando cualquier discordia. Nunca da la nota pero pero se diluye dentro del coro.

Para peor, nos son pocos los que abrazan esta ideología carente justamentente de ideas, los que se incluyen dentro de ese equipo abúlico que sólo entrena y ni llega a debutar para esquivar el partido.

Les dicen tibios, pero a mi me enervan.

Antes hago un mea culpa: yo también alguna vez supe patear con ellos. Pero un día alguien me mostró las bondades de cambiar de bando, lo necesario que terminaba siendo el ser franco con uno mismo para empezar.

Y, salvo alguna trivialidad como qué cenamos o cosas por el estilo, ya nada me dió igual.

Al principio me resultaba arduo este sinceramiento. Temía herir al otro con tal o cual manifestación.

Terminé por comprender que, en definitiva, era un acto ligado a la verdad.

Y hace un tiempo ya que abandoné las excusas y mentiras, sólo porque dejé de necesitarla


Soy más felíz así. Hay equipo? ...

domingo, 22 de junio de 2008

Un domingo más...


Definitivamente, cuando llega el turno del ocio se me hace difícil disfrutarlo.

Enseguida busco en qué ocuparme rápidamente y lo dejo abandonado, pidiendo una chance desde el banco.

Para peor, si el ocio y el cuerpo se asocian, la mente da por finiquitada la relación rápidamente: ella siempre tiene que entretenerse con alguna cuestión inmediata o, caso contrario, se dispone a revolver en ese arcón llamado memoria.

Llegó el domingo. Otro más. El frío hacía más complicada la salida, que ya estaba pautada de antemano.

Pensaba en esto cuando llegó el 80, línea que debe tener uno de los recorridos en recta más largos de toda la Capital Federal.

Ni bien cruza el puente de la línea Mitre, en Belgrano R, transita su lineal derrotero por Av. de los Incas (que luego mutará en Av. Beiró) durante más de 8 km.

Viajar en colectivo tiene su encanto. A pesar de que tengo un vehículo (al menos en los papeles, ya que el mismo está en reparación desde hace casi un mes) no dejo de sorpenderme por lo que uno puede hacer casi en simultáneo mientras lo transportan: leer, hablar por teléfono, escuchar música, comer un alfajor, relojear a la que está sentada en el segundo asiento, cuidar las pertenencias del que está parado atrás tuyo, contar las monedas para la vuelta.

Todo mientras uno se aferra sanguíneamente al caño aunque no participe del "Bailando por un sueño"...

A la altura de Parque Chas, conseguí el botín más preciado: un asiento. Se amplió abiertamente el abanico de opciones, ya que podía desde escribir hasta cortarme las uñas sigilosamente.

En eso me entretenía cuando al alzar la vista me topé con una publicidad de pipetas para perros y felinos. A partir de allí me salí del recorrido y postergué la simultaneidad de tareas porque me golpeó en la sien y no vi el guante: el trabajo había venido a mi mente y en el laboratorio se avizoraba un principio de semana álgido. Debía llamar a un tercerista apenas llegaba y enviarle los insumos para iniciar una producción, pedir unos certificados pendientes a un proveedor luego, verificar si había recibidido un mail de un contratista...

Otro domingo se me hacía lunes y recién era la una del mediodía.

Siempre hay una primera vez


Era un escéptico, lo admito...
No me llevo con la tecnología y, si no nos declaramos la guerra, fue simplemente para evitarnos el encuentro. Más aún, soy divorciado de las modas.
Así que toda esta cuestión del flog, blog, etc, etc, no sólo no me era familiar sino que hasta que me daba cierto rechazo prima facie.
Pero un amigo (si es que puedo tomarme el atrevimiento de colocarle ese rótulo) supo, sin saberlo, introducirme en este espacio virtual donde sólo tengo la pretensión de volcar algunas ideas, textos, reflexiones o lo que me vaya surgiendo.
Como un cable a tierra, un remanso o un grito desgarrador.
Siempre hay una primera vez y es esta. Casulamente, estoy subiendo esto a la misma hora en que nací...y no creo demasiado en las casualidades.
Para la próxima, espero compartir algo más que esta breve introducción.