viernes, 19 de septiembre de 2008

Inalterable




Cuando el tiempo se detiene, aunque sin embargo haya pasado ráudamente.

Es una postal con movimiento ascendente en cuanto a lo cronológico solamente...el resto sigue ahí al alcance de la mano, acequible e inalterable.

Uno piensa en el ayer como algo estático atesorado en el baúl de la abuela. Un viejo vestido de novia que un día puede hacer renacer un momento único e irrepetible.

Hice la primaria en una escuela pública que fue derribada hace varios años. Ni siquiera quedaba la posibilidad de poder pasar a reencontrarme con la puerta que tantos años estuvo esperando nuestra llegada. Épocas donde los chicos podíamos ir caminando sin todas las preocupaciones que hoy tienen los padres. No había celulares operando cual radares, podíamos andar por las calles en bicicleta o ser los dueños de un pedazo de plaza para ir tras el esférico cada tarde que el clima acompañe.

Fuimos un grupo digno de laboratorio: había para todos los gustos. Altos, petisos, gordos, pobres, ricos, judíos, católicos...y nosotros nunca sentimos esas "diferencias". No juzgábamos por esos factores, no cabía esa separación absurda que puede producirse sólo por la contaminación de los años. En lo heterogéneo, una amalgama subyacía en la Esc Nº 16 D.E. 9º "Cap. de Fragata Carlos María Moyano"...

Hace un puñado de días, después de 21 años, esos que egresamos en 1987 nos reencontramos una noche. Afectos conocidos, y algunas caras desconocidas. Hubo un mínimo de estudio de cuadro de situación y al rato ya estábamos como en uno de los recreos...contándonos la vida en pocas horas, resucitando ese afecto adormecido.

La primaria es una etapa especial. Es la primera socialización extrafamiliar que tenemos, la que nos abre una pequeña ventana al mundo real. Doy gracias de haber tenido ese grupo de compañeros que me forjaron en parte para ser el que soy.

Brindo porque ese viejo vestido no haya quedado oculto para siempre y, aún con el aroma de la naftalina, vuelva a llevarnos a aquellas mañanas de pupitres donde sonaban felices batucadas...porque el tiempo no pueda llevarse lo que se ancló en nuestros corazones tan fácilmente. Salud amigos!

martes, 16 de septiembre de 2008

Con la música a otra parte...


Como muchos de ustedes sabrán, estimados seguidores de este sencillo pero bien intencionado blog, soy el cantante de Pampa Yakuza.
Esto viene siendo así desde hace unos 10 años. Entonces no tenía ni la más remota idea de los sucesos que podían encerrar el pertenecer a una banda.
El objetivo primario era pasarla bien entre amigos, expresar ideas enlazadas en acordes, y salir a mostrarlas adonde pudiéramos llegar y para quien quisiera escucharlas.
A lo largo de este tiempo (casi un tercio de mi vida) han sucedido a la par muchísimas cuestiones de todas las índoles imaginables (una de ellas, crecer obviamente). Pero esa noción primitiva de la cosa aún está latente y sigo siéndole fiel día tras día.
Una de las recompensas más gratificantes, es ver lo que va sucediendo con el público que nos sigue. Se generó algo que excede lo musical y que aún no logro terminar de comprender.
Hay una identificación, inesperada en aquellos primeros ensayos en un altillo, realmente conmovedora. Y este fin de semana, muchos de ellos viajaron hasta Mar del Plata para ver a la misma banda que habían escuchado el jueves anterior.
Reencontrarme con esos rostros fue realmente causal de un cúmulo de emociones que procuré contener. Veía rostros húmedos, algunos por el calor y otros por las lágrimas. Cualquiera fuese el motivo, se hacía difícil seguir entonando con esa presión en la garganta. Y no es la primera vez que se aventuran a acompañarnos.
Sea en el sur o en el oeste, el norte es Pampa. Mi esencia está ahí, soy parte del monstruo que hemos creado en una sala de ensayo. Ese que genera lo mejor y lo peor de nosotros. Excesos, temores, amores, discusiones, pérdidas y encuentros.
Empiezo a entender que cuando se calla la canción queda latente el sentimiento, deambulando a la espera del próximo toque, y tiene vida propia...




martes, 9 de septiembre de 2008

Caralibro


Y dieron las ocho de la noche. Encarcelado en el teclado, miope de tecnología, inscribo mi nombre en el Facebook. Seré uno más de los millones que abundan en esta galaxia donde pertenecer no tiene sus privilegios. Porque es casi una necesidad afiliarse a todo lo que esté asociado a la exposición propia y la comunicación a distancia. Porqué todos entramos en el juego? Esto me lo pregunto, claro, luego de haberlo hecho.

Así como en su momento el chat era religión hoy la tendencia ha cambiado. Mañana cuál será? Qué nueva doctrina adoptaremos como estandarte de comunicación?

Quién tenía celular hace unos pocos años? Quién no lo tiene hoy?

Avanzamos directamente a un sitio lleno de espejos para quedarnos desnudos?

La privacidad casi abandonada en pos de "estar en la movida", "en lo último". Asi cualquiera podrá diagnosticar nuestros gustos, seguir nuestros movimientos, conocer nuestro historial y hasta adivinar qué haremos el próximo fin de semana. Está bueno eso?

De repente me agarró un colapso nervioso y quise dar marcha atrás. Tanto me insistían para que me asocie a este clan que cedí en un momento de flaqueza. Ahora me encuentro a la deriva, como Tom Hanks pero sin Wilson...

Que tengo cola de paja? Y cuántos tienen una escoba insertada en el recto yla remontan como Harry Potter todos los días? Todos tenemos y queremos conservar algo en nuestro cerebelo y que quede allí custodiado.

Habiendo tantos que están a punto de comprarse una vida en cuotas yo, que la vengo haciendo y deshaciendo como puedo, quiero que sea sólo mía.

Lo que quiera revelar, quedará expuesto en mi verba, en mi lenguaje corporal. El resto, con candado mientras la tecnología lo permita...

Y vos...ya tenés tu facebook?