jueves, 28 de agosto de 2008

Por tanto pensar....


Cuando la cosa viene de culo es mejor tener a mano un lote de vaselina porque parece que no para. Sin embargo, uno tiene que pensar que esa maldita racha tiene que cortarse antes de que los nietos te pidan upa.
Sucedió hace ualgunos meses, cuando salí con mi mejor cara de “sambista do scola” intentando torcer las coordenadas maléficas que acechaban mi mal trabajado optimismo, tamborilleando el volante de mi recientemente adquirido bólido.
Hubiera armado un compilado de temas a tono, de esos que parecen venir de un libro de autoayuda como “Tratar de estar mejor” o “Color esperanza” pero, lejos de haberme levantado el ánimo, me habrían enviado directamente a los avernos al pensar en la cuenta de Sadaic que ostenta ese falso profeta edulcorado al que una legión de insensatos rinde pleitesía.
Entendí que antes que recibir tal contaminación sonora, debía escuchar mi “ser interior”.
Esa llamada que viene desde quién sabe dónde y que puede desorientarnos aún más ya que, mientras él susurraba incesantemente “persevera y triunfarás”, los acontecimientos recientes parecían gritarme: “Boludo! Renunciá ya a cualquier cambio, porque vas a seguir fracasando una y otra vez y tendrás más secuelas que Freddy Krugger!”.
Así fue que, discusión va, discusión viene, me encontré en un debate arduo entre lo que quiero, lo que debo, las desalentadoras opiniones del entorno, mi exacerbado “ser interior” y el positivismo artificial que vengo fabricando cada día para evitar emular a Yabrán y su escopeta.
La pelea estaba a punto caramelo y sentí que divagaba entre tantos pensamientos, que se acumulaban como hembras en un saldo de botas de invierno.
Un estado de somnolencia conciente era el que ahora disparaba una imagen tras otra. Desde la génesis de todas las penurias que se fueron congregando hasta aquellas que visualizaba como futuras. Era un pastiche de un film que observaba desde una surrealista butaca.
Fue ahí que desperté, tarde ya como debía suceder, luego de la última “fatalidad”: me había tragado un Wolkswagen Polo que había visto dos segundos antes frenando y al que luego “divisé” retomando la marcha para yo seguirlo raudamente.
Evidentemente algo falló y tengo una única certeza: no poseo miopía, astigmatismo o cualesquiera de los problemas oculares que presentan varios individuos de esta especie y el pedal de freno sigue estando en un lugar accesible y familiar para mi pie derecho, destino que jamás alcanzó.
Por ende, creo que tanta recreación de sucesos fue el disparador de tamaña confusión.
Evaluados ya los daños (todos materiales por “suerte”) me pregunto:
Para qué pensar tanto? Si tanto indagar en lo interno nos puede llevar a no ver lo externo, lo que nos está sucediendo aquí y ahora realmente?
No deberíamos ser menos racionales, vivir desprejuiciados como las fieras y dejar que nuestra mente utilice su tiempo y energías sólo cuando sea necesario abastecerse de algún menester, refugiarse de las inclemencias o satisfacer el apetito sexual?.
Y así me encontré pensando nuevamente… porque estamos condenados a hacerlo.
Porque es aquello que nos hace diferentes del resto de quienes habitan esta parcela ovoide que orbita infatigable.
Espero que en algún momento pueda, al menos, elegir cuándo utilizar tamaño don…y no seguir dilapidando billetes cual jeque árabe.

domingo, 24 de agosto de 2008

La última curda


Salí de la fiesta algo detonado. Lo último que me quedaba por tomar era el colectivo y esperaba que no me cayera como el cuarto whisky. De lejos no distinguía las siluetas deambulantes. La densa neblina y ríos de etílico recorriendo las venas se conjugaban para ello. Entrecerraba los ojos pensando que resultaría de utilidad, pero los escasos focos de los autos se reproducían cual conejos en ese desorden mental. Cuando estuve frente a una de ellas, me encaró decidida diciendo: Sos Pablo, no?
Respondí negativamente sin entrar en detalles, puesto que me han enseñado de pequeño a no brindar mis datos de buenas a primeras a un desconocido aunque fuera de sexo opuesto.
Insistió con la pregunta, ya en tono de aseveración, sospechando que no estaba siendo sincero. Temiendo que la situación se alargara, y con más ganas de escabullirme rápidamente que de entrar en conversación, extraje mi documento y le remarqué mi nombre para que la respuesta tuviera más énfasis: Acá no dice Pablo, viste... me estás confundiendo con otro.
Se quitó la capucha que la protegía de la bruma y al descubrir su demacrado rostro, se erizó mi piel y pareció purgarse todo resquicio de alcohol. Sus cabellos de ébano, emulaban el follaje de un sauce llorón. Debía ser mayor de lo que aparentaba. Huesudos sus pómulos, carentes de vida, blanca palidez que articulaba palabras de manera extraña, exhalando un hedor nauseabundo por entre sus finos labios.
De imprevisto, exclamó: Yo te diré quién eres! He venido de lo más recóndito del bajomundo para llevarte a la otra vida, aquella donde la luz no existe y santificamos al Señor de los avernos!
Acobardado, bajé la mirada, y descubrí unas botas con plataformas altísimas. Recorriendo su figura, encontré luego unas medias de red corridas que le envolvían sus escuálidas extremidades y mini shorts de cuero que acentuaban aún más su delgadez.
Resultó que caminando ebrio había llegado a la puerta de un boliche donde había una reunión de "góticos" y la susodicha esperaba encontrarse con un amor artificial de ciber, me enteré luego de las disculpas del caso.
Y yo que temí que me hubiera llegado la hora...

domingo, 17 de agosto de 2008

A fondo


El esfuerzo doblegaba y podría haberla hecho caer de bruces alguna vez, mirando luego al cielo y maldiciendo al de arriba. Como si fuera el responsable de tantas penurias, de tanta obstinación. De esa resignación que venía pidiendo permiso susurrando desde atrás...

Sin embargo, continuó el embate tomando fuerzas prestadas de alientos ajenos, robando ánimo de miradas que sólo comprendían lo titánico de la empresa emprendida. Tanta preparación puesta, tantos años quitándole tiempo a tantas cosas para esos mágicos segundos en que todo se resolvería de una manera inefable. A suerte y verdad.

La fibra tensa como la psiquis, atravesando juntas el terreno. Cúantas veces se desencontraron antes? Ahora debían ir cual siamesas porque era momento de definiciones. Enfocando tércamente hacia adelante, sintiendo llover las propias gotas, ahogándose en el salitre del sudor...en pos de vencer más que nada a una misma. Porque sentía que el resto era de palo, el desafío lo había circunscripto a ese mínimo reducto. Su ser.

Dobló una vez más, sabiendo que estaría cada vez más cerca del fin, pensando solamente que restaba menos que al principio, cuando dió las primeras pisadas. Divisó la mole a lo lejos y las lágrimas no afloraron aunque se amontonaban tras las pupilas, pesadas y firmes. Recordaba a su madre, quien había fallecido sin poder verla convertida en lo que ahora representaba. En su hija la cual ya daba sus primeros indicios de ser una probable sucesora. En su pareja y motor de este desafío. En la lejana aldea de Rumania que la vió nacer...

Se acercaba a destino y "El Nido", como así lo habían bautizado, la recibía exultante. Y cuando muchas ya habían dejado vencerse, sintiendo que a esa edad todo sería absolutamente estéril, Constantina Tomescu a los 38 años, se convertía en la ganadora más veterana en la historia de los Juegos Olímpicos. Demostrando una vez más que no hay edad ni tiempo para alcanzar lo que deseamos. Todo es cuestión de sacrificio, temple... y ganas de llegar a la meta.

domingo, 10 de agosto de 2008

Que los cumpla...


Cuando apenas arrancaba a atarme los cordones, mientras la abuela le cambiaba los pitucones al tres tiras del colegio, esperaba este día como la llegada del Mesías.
Ya para la semana anterior, la expectativa desbordaba y tachaba el almanaque interno cual días de prisión. Ese día pasaba a ser el centro del universo para la familia y sabía positivamente que mi colección de autitos Majorette y Tomica iba a acrecentarse fuertemente.
El abuelo me llevaría a pasear por Plaza Francia y me elevaría en el subibaja hasta que la espalda le pida clemencia. Mamá tendría la torta lista y papá vendría antes de lo habitual del trabajo.

Luego tal ansiedad va amainando, conforme se soplan las velitas.

Para el resto pasa a ser, como mucho, un día especial. Pero dificil que se alteren las rutinas habituales. Con lo cual es probable que estén más pendientes del horario en que cierra la confitería (porque el rito debe cumplirse inexorablemente) y de tener a mano el teléfono de la casa de empanadas para alimentar a los que se congreguen esa noche.

Uno ya está más grande y puede comprender que algún tío tenga dificultades para llegar o que el resfrío de alguna prima haga que esa rama del árbol genealógico tenga preocupaciones más importantes que saludarlo en esa fecha. Porque son las mismas excusas que mamá y papá pusieron la última vez que estaban con pocas ganas de viajar para el cumple de aquella tía...

Ya mayorcitos, le damos al día la relevancia que se merece. Festejamos con los amigos hasta que el codo saque callos, le abrochamos a la vieja un dinerillo o le exprimimos un tanto la tarjeta, y podemos extender los festejos hasta pasados dos o tres días del mismo.

Ahora que dejé la recta y voy entrando en la curva, miro esto con nostalgia.

Y sé que la melancolía es un tatuaje más de mi personalidad.

Hoy, cuando están varias caras ausentes (por el ciclo natural de la vida o por las vueltas de la misma) debo confesar que extraño el ruido de las reuniones familiares. Y no es contradictorio con lo que escribí en el posteo anterior.

Pasa que esta vez, sentí el no tener a varios alrededor de la velita, como cuando usaba los pantalones remendados por la abuela.

Y no quiero ser desagradecido con todos los que se acordaron de saludarme!
Y menos con vos, que estuviste a mi lado...




miércoles, 6 de agosto de 2008

Unicos


El slogan dice que estar cerca es muy bueno, aunque creo que no siempre es asi.
Depende de quien tengas al lado o de lo que necesites.
Soy un tanto ermitaño a veces, y no lo veo como un defecto. Varios resaltan esta introspección como un déficit y yo intento capitalizarla.
Considero primordial tener un lugar para uno, una burbuja donde puedas ver lo que ocurre con otra perspectiva. La única que surja de tu conciencia, de tu estado de ánimo.
No siempre será porque uno este mal y no quiera andar contagiándolo impúnemente al resto. Existen razones para el goce individual y no caigamos en la ocurrencia burda les pido.
Siento que la opinión ajena sirve pero contamina muchas veces. El tamiz no suele estar del todo claro y podemos dejarnos avasallar y torcer lo que, en soledad, hubiéramos resuelto de otro modo.
Por eso creo que debemos tomarnos un respiro de sociedad y alejarnos por momentos de los que nos rodean, para distinguir los problemas con claridad o para disfrutar su resolución levantando una copa ante el espejo y sonreir en complicidad con la imágen que nos devuelve.
Es un ejercicio que da resultados sólo si tenemos confianza en nosotros.
Caso contrario, terminarás por levantar el teléfono, resguardándote en lo que otro crea conveniente para tu vida. Después no lo llames para quejarte de los resultados.