domingo, 28 de diciembre de 2008

Greenpeace no llega al barrio


Era una tarde asfixiante. Salí a buscar algo de sombra en la urbe, engañandome. Los espacios verdes, no son tan verdes y cada vez son menos.

Por casa, edificios que germinan mientras talan la escasa naturaleza de la cuadra para hacer una cochera. Es el progreso realmente? Cuándo sera el certificado de defunción de los barrios, del mate en la vereda, del picadito en la cortada con los buzos oficiando de arcos, de salir por la calle en bicicleta sin más temor que se te pinche o se salga la cadena?

Seré retrógrado por pretender que los chicos se ensucien en el arenero a que se encierren en la asepsia de sus cuartos con Lysoform a jugar a la play?

En la plaza sólo hay dos madres que matan las horas bajo la sombra con sus retoños en una hamaca. No hay pelotas danzando en el escaso césped, ni agudas voces que pidan un centro para el cabezazo letal. Los habitantes tienen como mucho cinco años, enanitos que gozan libremente entre el subibaja y el tobogán.

Nostalgia? Puede ser...pero no deja de llamarme la atención el desértico paisaje. Sé que es la única plaza en diez cuadras a la redonda. Eso no cambió desde que era yo quien oportunamente se esguinzaba cada tanto, por trabar el balón como si estuviera en el Azteca en la final del 86´. También ahí se disputaron las mejores carreras de bicicross, con recorrido pretrazado y obstáculos específicos a tres vueltas...donde me abrí la rodilla por esquivar un ovejero alemán que no se corrió a tiempo. Donde empapé a unas cuantas con las bombuchas al "legalizarse" la temporada carnavalera. Donde dije "pido" tantas veces, donde conté infinidad de treintas jugando a la escondida, saltando elásticos, los mancha-pelota, el poliladron....


Al recostarme en uno de los bancos, siempre con el anotador por si amanece alguna idea, creo estar nuevamente ahí. Con mi pantalón verde tres tiras que agarraba el talón y los pitucones recosidos mil veces por mi abuela.

El sol me está dando de lleno en la cara y me despierto relajado. Debo ser lo que soy porque también pude ser el que fui. Un pibe que llegada del colegio a las doce y media y que a las dos y cuarto (horario más que fijo) se encontraba con sus amigos en la plaza...jugando, relacionándome con otros, tallando humanidad... trepando a los árboles, saltando paredones para comer las moras calientes que crecían tras ellos cerca de las vías del Mitre.


Nostalgia? Puede ser...pero no deja de llamarme la atención lo que ocurre con el paso de tantos diciembres.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Siempre se vuelve al primer amor


Volvió a encontrarse con aquél damero que vestía la cuadra de su casa. Hacía quince años que una de las tantas crisis lo había echado, como a tantos, tierras afuera. El almacén continuaba encajado en la esquina pero Don José ya no estaba. Un par de asiáticas se entretenían ahora con las cobranzas en la caja, del ahora minimercado Li Chuen.

Siguió caminando los metros que lo separaban del 138 de Carrasco, donde nació una gélida mañana de junio. Recordaba a su madre quien lo lloró mares, lagunas y ríos el día que se embarcó a Quebec para hacer valer su título y su hombría.

Hizo lo mismo con el Tano Pasalaqua, su padre y tornero del barrio. Aún podía verlo gastando su vejez en esa misma vereda, sentado en la silla de mimbre mate en mano.

Él había cumplido el sueño de sus padres: se recibió de clínico a los 29 años. Tardó más que el resto, pero eso no importaba. También debía trabajar y ese verbo no siempre marida con el estudio. Pero supo abrirse camino y, con el título colgado en el living, atendía doce o mas horas por día en el Cetrángolo.

Al principio la motivación por hacer lo que le gustaba era su mejor paga.

Porque no sólo el bolsillo fue el disparador del éxodo. Su mujer lo empequeñecía cada vez que volvía del hospital con el guardapolvo remendado sobre el remiendo, mirando hacia el cuarteado cieloraso al que parecía exigirle una explicación por la dura realidad que les tocaba atravesar.

Cuando llegó Lucas y el monoambiente pasó a ser intolerable para los tres, veía al gris edificio atestado de dolientes cual Auschwitz.

Su pareja venía en irremontable picada. Su autoestima estaba en cero y con el piloto automático conectado...Una tarde recibió un mail de un antiguo compañero y, luego de dudarlo un par de estaciones, llegó a destino. Canadá y su pulcritud le daban los nuevos aires que Buenos Aires habían transformado en efisema.

Nada fue fácil al principio, tampoco lo fue al final. Tuvo su casa, dos autos, tres perros y otro hijo en ese período. Pero eso no lo contentaba. Aquí se fueron yendo su padre, su hermano y un par de amigos a los que no llegó a despedir. Por eso le temblaban las piernas al llegar a la puerta del 138.

Por eso y por haber dejado a Daniela y los chicos allá. Como antes los había hecho con sus viejos, al decirles que iba a probar suerte y jurar volver en un par de años. Ahora otro mail lo había hecho regresar.

Volvía con posgrados, masters, y un compendio de prácticas que lo habían vuelto seductor para manejar una nueva clínica en el coqueto barrio de Recoleta. Ese fue el ardíd con el que sacó pasaje, aunque en realidad volvía para hacerse cargo del sector de Terapia Intensiva del hospital Argerich. Su matrimonio no tenía retorno y no encontró mejor excusa para alejarse de las cotidianas peleas.

Tocó timbre y esperó. No quiso avisar de su llegada. Una anciana de piel ajada y arqueada espalda giró el póstigo de la ventana. Describir la expresión de su rostro al verlo sería imposible.

Él sólo atinó a decirle: "Cómo estas vieja...pongo la pava?"

lunes, 1 de diciembre de 2008

Adiós


Se nos va, ya se nos va...comentaban de costado mientras lo acariciaban delicadamente.
Era una expresión de deseo y de angustia las que encerraban esas palabras.

Inexorablemente, estaba caducando delante de sus narices. En sus mejillas ya no estaba aquella expresión del comienzo, esa esperanza renovada que las forraba de rosado y que invitaban al brindis.

No, de eso podía dar fe un escribano, un operario o un changarín. Estaba dando sus últimas risas, llantos, quejas y pocos pensaban ya en él.

Varios lo maldecían a viva voz, es cierto. Otros, más cautos, guardaban el debido respeto aunque pensaran lo mismo.

Daba pena ver lo mal que había quedado ante tanta gente, los que se encargaron uno por uno de denigrarlo y denostarlo a cada minuto.

Y con los que sí había cumplido, resultó que se fugaron. Desaparecieron en éstas, sus últimas horas, a destinos más felices. Lo olvidaron en ese pequeño reducto de cartón en el que habitaba.

Malagradecidos, mascullaba, mientras una lágrima parecía brotarle.
Ya vendrá otro peor que yo, pensaba. Ahí sí...volveré a tener la reputación del principio.
A dejar de ser un presente oscuro para ser el brillo del pasado.
Claro que si el que me sucede logra superarme (por lo fatídico, lo catastrófico) tendré pocas chances de adquirir renombre. Alguien recuerda a los mediocres acaso, se decía?

Podía pensar en dar el último batacazo para asegurarse ese lugar imborrable, pero ya carecía de fuerzas. Si apenas le quedaba el impulso final, el que llega por inercia.

Se alejaron entonces y quedó ahí solitario, custodiando el escritorio.
Era el primero del último, cabeza de león o cola de ratón?
Marcaba 1º de Diciembre...

jueves, 27 de noviembre de 2008

Refrito


Corriendo para vencer las agujas una vez más. El día no alcanza. Habría que atrasar el calendario un par de meses para hacer lo que uno desea, antes de cambiar el almanaque. Presión, presión y más presión. Compromisos, autohostigamiento, dilapidación de vida.
Cada vez más asfixiantes, en medio del océano de gente, los minutos implacablemente caen.
Y uno debe llegar como sea, a cualquier precio. A cualquier precio? Llegar adónde?
A pisar la sien de quien sea por un puesto, a acribillar con la bocina al que demoró una fracción más que el verde del semáforo, a perder la dignidad a la vuelta de la esquina, a olvidarse de los amigos por asociarse al cansancio, a negarse al amor para mimetizarse con la cama vencido tras la dura jornada.
Estamos fuera de eje, echando relámpagos por la boca. Provocando, irritando, condenando sin juicio. Una sociedad que se embrutece y apela al sálvese quien pueda, a que el último apague la luz. Ya no hay tiempo para la reflexión, para un buen libro, para un cafe en un bar.
El vértigo es dueño. Inmersos en la vorágine, ni se llega a cuestionar su mandato.
Carecemos del bien más preciado para afrontar el costo del confort. Idealizamos las ofertas, impulsando el changuito y rematando la tarjeta. Pero no existe góndola que lo contenga. Vacía estaría apenas la cargaran porque pagaríamos lo que sea por él.
Así seguimos esperando que algún cráneo encuentre el elixir que nos mantenga radiantes y joviales, derrochando vitalidad de la epidermis hacia afuera.
Adentro viene haciendo estragos, con su silencio mortal. La tensión traducida en múltiples contracturas, reumas, úlceras y hasta cánceres. La única cura es escapar a la locura que nos quieren imponer.
Yo soy parte de ella y ahogo los gritos del hastío como puedo. Sé que tengo el diagnóstico, sé que tengo miedo al remedio. No existe homeopatía ni medicamento que ose vencer este bloqueo hasta hoy...el temor a la libertad es un signo de estos días.
Días que se evaporan porque, pensando y penando, sólo logramos que se nos escapen...


sábado, 22 de noviembre de 2008

Cuando no es el juego lo que está en juego


En la agonía, de repente apareció el júbilo inconmensurable. El triunfalismo era otra vez dueño y señor de la situación. Omnipotentes, pedantes, desafiantes...olvidando, como corresponde a nuestra historia, el pasado.

Porque antes de arrancar la serie, ya se sentía al trofeo entre las manos. Máxime con el mejor del equipo contrario fuera de escena. Y luego de la primer jornada, las cosas habían sido puestas en su lugar. O en el lugar que el resultado marcaba.

También solemos jugar con eso: cuando se gana, es el temple, la gallardía y el coraje junto con la gracia, la técnica y el dominio. Cuando se pierde, echamos mano a cuanta excusa sea posible. El cansancio, la presión de la localía, el saberse favorito.

Ciclotímicos, adoramos falsos dioses con una facilidad conmovedora. Los llevamos a lugares imposibles, a que dejen de ser terrenales durante esas tres horas donde se libra la batalla. Ese exitismo que es tan argentino como el colectivo o el dulce de leche muta también con algo tan autóctono como el fracaso, la caída abrupta, la condena pública. El rey transformado en mendigo a la luz del resultado.

Y mañana esto sigue, aunque ya muchos den por hecho que fue el fin de la odisea.

Seguimos condenando y prejuzgando. Usando estadísticas como más nos conviene o le conviene al comentarista de turno quien pretende convertirse, a partir de ellas, en oráculo de lo que vendrá:

"Argentina desperdició una oportunidad única", dice. No será mucho?

" Sólo dos veces se dió vuelta un resultado en el tercer día". No hay dos sin tres pienso.


Es un deporte y, fiel al resto, lo elevamos á un plano superior. Como cuando Argentina era conocida por Maradona y ni sabían su lugar en el globo terráqueo. Buscamos asociarnos al éxito de un compatriota de cualquier manera y nos despegamos de sus derrotas de la misma forma.

Sentimos que debemos estar posicionados en otro lugar en el andamiaje mundial. Que no nos queda cómodo el "Tercer mundo" al que pertenecemos. Y abrigamos la esperanza de ser reconocidos de otra forma. "El país más europeo de América Latina", "El granero del mundo", "La cuna de Fangio y del Diez"...

Nuestra autoestima nacional también se mece en el subibaja de los logros deportivos. Porque en otras facetas no nos ha tocado mejor suerte o no sentimos internamente que podamos hacerlo.

El " a estos putos les tenemos que ganar..." era un deseo, un desahogo bajando de los asientos en las tribunas. Seguramente esto habrá llegado al rival quien pensó que debía mostrarse más viril que nunca como tácita respuesta, ya que en la adversidad se descubre de qué estamos hechos y no cuando el mundo nos sonrié y nos da de comer de la mano.

Mañana seguimos jugando. Seamos más humildes...

Reordando que es sólo tenis, no más que eso...

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Asolado al sol


El agua caía vehemente sobre mi cabeza. Necesitaba una ducha reparadora después del trajín al que el cuerpo fue sometido. El agobiante noviembre parece dispuesto a borrar cualquier vestigio del invierno que, ahora, se siente lejano.
Agradezco igual los implacables rayos que llueven al dar las doce treinta, momento en el cual me zambullo en ellos para despejar la mente y encontrar reparo en algún texto.
Observar el entorno me ayuda otro tanto a hacerlo. Parejas que se besan en anonimato buscado al reparo de un viejo árbol, dos obreros que se refugian en una Quilmes helada, un nene en triciclo llevado de la mano por su abuela...todas son imágenes que me hacen ir y venir del libro. Ficción y realidad en un mismo momento.
Recuerdos de amores, amigos, mi infancia. Cada imágen tiene su correlato en algo pasado. Y sé que soy un nostálgico empecinado.
Podría ver en esos seres otra situación si no fuera de esta forma. Alguien que vive el hoy conviviendo con sus Polaroid atesoradas en alguna parte del cerebelo.
Retomo el libro una vez que dejo de pensar en ello. Al instante, se me ocurren un par de líneas para una canción. Tanteo los exagerados bolsillos del pantalón cargo que llevo puesto, hasta que encuentro una birome.
Una vez que la empuño y dejo que mi mano transforme esa idea etérea en un trazo entendible, me disperso al ver un compañero de trabajo entrando a buscar un sandwich en el kiosko de enfrente.
Al saludarlo, ese texto virtual se evapora para negarse a regresar. Apelo a lo último que me acuerdo de él: las palabras negado y legado...de poco me sirven ahora puesto que lo olvidado radica en el nexo que había creado entre ambas.
Guardo fastidiado la birome y, mientras continúo con el texto de Galeano, intento evocarlo en vano. Será pérdida parcial de la memoria o amnesia selectiva?
Para el caso da lo mismo. Serán palabras que encontrarán otro nexo en la próxima estación...Y cuando bajen serán recibidas con júbilo ya que estuve añorándolas...una rareza en mí.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Selecto grupo


Era de noche, y otra más va, cuando deduje que el sueño se había atrincherado esperando mejor oportunidad para dar la cara. El cuerpo parecía disociado de la mente. El primero, demolido por el trajín de la jornada. La otra aún seguía infatigable, trayendo imágenes conocidas y otras que no lo eran tanto.
Amalgamando pasado, presente y futuro (sería futuro siempre que piense que esas imágenes no fueran de un pasado olvidado).
Me veía a veces chico, a veces como estoy hoy, otras más avejentado.
En todas siempre estaba con una sonrisa (o algo parecido/similar) lo que me brindaba un aliciente para los tiempos venideros.
Pero algo me sobresaltó: el teléfono me negó la posibilidad de aquietar un tanto las neurónas y darle paso al reparador descanso. Lo dejé abandonado a su suerte, mientras me imploraba que me hiciera cargo de quien llamaba. A los segundos, el contestador me evitó el trecho, saludando fríamente con un "Hola, te comunicaste con el....en este momento no te puedo atender así que dejame tu mensaje después de la señal. Gracias" Terminado este prólogo emergió una voz del otro lado que me felicitaba por ser parte del selecto grupo elegido por K- D´Orcha Automotores para adquirir un 0km con una bonificación de $4500 y seguro gratis por un año.

A qué marketinero se le ocurriría pegar un llamado a las 0.15 hs por este tema? Cuántos años quemados en una universidad para tal fin? Y lo mejor...quién tendría la visión de comprar un auto a partir de ese llamado tan inoportuno?
Tuve que levantarme igualmente para cortar porque el mensaje era un tanto extenso y el pitido del mensaje en el cassette garantizaría mi insomnio....

En un mundo que todo lo consume (hasta a nosotros mismos)se siente demasiada presión.
Ya no alcanza tener celular, sino que debe tener como mínimo reproductor de mp3 y cámara de fotos. No basta con un 20 pulgadas, ya que el flat de 32 lo podes pagar en 24 cuotas y casi ni las sentís...
Además con la tarjeta "No leas la letra chica que cuando te pases del vencimiento te vamos a ejecutar la alegría de un saque" tenés un descuento del 15%....

Yo sigo con mi modesto Motorola gauchito de hace 3 años, mi Grundig de 21 pulgadas juntando polvo desde hace 6...y feliz de tenerlos.
Pensando que no todo se trata de comprar..puede ser que también sea de dar. Y ahí me parece que el marketing no está funcionando como debiera.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Entresueños...


Dormito mientras tipeo en la oficina. Es una técnica que vengo evolucionando mientras sumo años de antiguedad. Sueño con que mañana podré descansar mejor. Encontrar un remanso para este vértigo diario......
Es una puesta en escena caótica la que se nos ofrece tras la ventana una vez que levantamos la persiana, luego del tenaz chillido del despertador.

Abajo los coches pugnan por conquistar los cinco metros que los separan del semáforo y. los chicos flamean tras sus madres para llegar a horario a un colegio que cada vez los espera con menos ganas.

Uno igualmente trata de no involucrarse en la insania general:
- Se lava la cara (más para despertarse que por higiene)
- Ingiere una taza de café con leche (más por la cafeína que por llenarse el estómago con algo)
- Saluda al portero al salir (mas por cortesía que por un genuino interés en cómo se siente
realmente)
- Pone música antes de darle contacto al coche (porque ya no soporta ni el ruido del motor).
La tensión va in crescendo a medida que transcurren los minutos. Para colmo, a los tres de andar, las gotas que rebotan en el cristal le dan mayor credibilidad al gris reinante y sepultan definitivamente cualquier esperanza de reposar un rato bajo los rayos del mediodía (cuando tenemos una hora ganada a las nueve trabajadas).
Será otra jornada donde el escape estará en conectarse a internet y chequear mails, facebook, blog, etc.
Anoche el pronóstico indicaba buen tiempo para hoy...y el sol no amagó en toda la mañana.
Yo estaba esperándolo pensando que no iba a ausentarse sin previo aviso, pero no fue asi. Conozco bien eso...siempre confío primero hasta que me demuestran lo contrario.
Pero debería haber aprendido la lección luego de tantos desplantes. Porque la confianza es cosa de antaño, como el Club del Clan o el Kalkitos.
Hoy todo parece que requiere estar documentado y certificado ante Escribano Público.
Cotiza en baja la palabra...como el respeto por el otro. Creo que debo haber nacido en una época errónea y siento imposible averiguarlo. Se me aparecen en el camino McFly, el Dr. Emett Brown Al fin y al cabo el De Lorean era otra mentira más.
Desperté... todavía me quedan cinco minutos más de "descanso" antes del sprint final (últimas cuatro horas laborables). Mi cabeza no pudo abstraerse y anclarse en una bocólica postal de arenas blancas como lo dicen las técnicas de relajación...donde tengo mi botón del POWER?


miércoles, 22 de octubre de 2008

El hombre de la bolsa



Era exitoso: tenía un gran empleo, una gran cuenta bancaria, una mujer de gran apellido, un gran piso en Avenida Alvear, una secretaria con grandes pechos (generosamente silenciada) y una gran agudeza para incrementar año tras año todo aquello (incluso la morfología de aquella belleza que lo esperaba todas las mañanas en la recepción)
Francisco amaneció ese día alterado como en los últimos tiempos. Entró en el baño y comenzó con su rutina: evacuó el orín, cepilló sus dientes, tomó una ducha de 5 minutos y, en medio del vapor, tanteó el tercer cajón.
Tras la afeitadora eléctrica lo esperaban los necesarios 5 gr. del polvillo que había comprado el último viernes a su dealer de siempre. Eso alcanzaría para soportar la jornada si las presiones continuaban en ascenso.
El aroma del café lo invitó a descender y en el comedor se encontró a Beatriz, la tan servicial como enorme mujer encargada de los quehaceres domésticos, quien lo venía asistiendo los últimos cuatro años.
Era ella quien lo esperaba con una sumisa sonrisa y un suculento desayuno a base de tocino frito, huevos revueltos y un bols con cereales mezclados con yoghurt (costumbre adquirida tras varios años de idas y vueltas a la Gran Manzana).
Andrea, su esposa, había salido a trotar por el parque Thays hacía unos quince minutos, aislada en su reproductor donde sólo cabían mantras y canciones rituales de diversas etnias.
Las gemelas habían partido con el chofer un rato antes y, como parte de la rutina diaria, tomó el Times y Ámbito Financiero.
Quedó perplejo con la tapa del primero: era otro lunes negro, similar a la distante pero contundente caída de los años 30.
Los indicadores mostraban pérdidas siderales y tembló al pensar en los pagos pendientes: las cuotas del colegio de las nenas, la guardería del yate, la reparación del último choque del BMW de su mujer, el loft en Puerto Madero para su amante... Sin exagerar, el nivel de sus gastos superaba holgadamente los $30000 mensuales y debía comenzar a actuar de inmediato si quería evitar una debacle estrepitosa en su standar de vida.
Primero lo primero se dijo.
Beatriz nunca lo supo, pero fue el primer recorte en su presupuesto...

viernes, 17 de octubre de 2008

Non Stop


Un descuido: puede ser deliberado o involuntario.
Uno puede olvidarse de hacer una planilla para el trabajo como de llamar a su mujer en un aniversario. Las dos tienen la misma raíz: si realmente nos importara, difícil que dejemos escapar eso de nuestra mente. Se ve que inconscientemente seleccionamos aquello que nos interesa, a veces de forma arbitraria. Pero vivimos prestando atención a detalles absurdos y alejándonos de los relevantes.

Cuántos seres que fueron incondicionales en alguna etapa hemos descuidado? Cuántos afectos pudimos recuperar después de haberlos quitado de nuestras prioridades?

Si ese sentimiento no fue minado por algún enojo, sólo se puede atribuir al Mal de Alzheimer o a que otro ser ocupó ese lugar otrora significativo.

Este espacio nació siendo muy importante para mí. Era refugio de descargas, mi contención, un desahogo. Si bien lo inicié exclusivamente con ese fin, supe también desde el vamos que sería un lugar donde cualquier lector sería bienvenido y esperaba con ansias las repercursiones del día siguiente.

Luego perdí ese impulso inicial y empecé a escribir cada vez más esporádicamente hasta que hoy me sorprendieron al decirme que extrañaban este lugarcito, que era importante encontrarse con alguna palabra mía de vez en cuando. Me di cuenta que lo estaba descuidando. Indirectamente también a mí. Porque, en definitiva, hacer catarsis es para todos necesario. Algunos lo hacen gritando en una cancha, corriendo en una cinta o en una sesión de terapia. Otros lo hacemos de esta forma y necesitamos de ella tanto como de alguien con quien compartirla.

Así que no dejaré que crezca un yuyal en este jardín donde planto una semilla y se riegan las opiniones. Hacerlo implica también olvidarme de los que me quieren. Hagan su descarga como mejor les resulte. Es saludable hacer lo que nos da plenitud. También estar con los que nos ayudan a sentirnos bien.

Soy una mejor persona que cuando tipeé la primera palabra, Supe reconocer un olvido involuntario ayudado por alguien que me alertó y pude darle también algo que estaba extrañando . Dar sin pensar en recibir.

De vuelta en el ruedo, los espero de corazón nuevamente.
Y reflexionen sobre aquello que esten dejando atrás sólo por descuido…

jueves, 2 de octubre de 2008

Inocente incandescente


Cuando arrojé el atado comencé a preocuparme. Cierto era que lo que comenzó como un alarde de virilidad se había convertido en una relación tortuosa. A esta altura del partido, y siendo algo benevolente, podría decir que cerca de 100000 pequeños cilindros de papel con nicotina habían desfilado por mi boca y anclado en mis pulmones. Lejos de apesadumbrarme, tomé otro del atado "reserva" y me dispuse a intentar el relato de algún suceso relevante para compartir con ustedes.
Paso a contarles cómo fue mi primera vez: a la temprana edad de 12 años tuve mi primer salida bolichera. Fuimos con un amigo (Nicolás su nombre) a una disco en el centro llamada Newport (hoy Casa Clandestina o Teatrito) cita en Sarmiento 777.
Descendimos al sótano y el neón violeta vencía las densas negras paredes del local. Era el año 1987 y estábamos terminando 7º grado. Claro que mi compañero de salida tenía un año más que yo y unos 25 cm más de altura, con lo cual su apariencia bien podía semejar a la de un quinceañero fornido.

En aquella época eran comunes los "asaltos" (hoy quizás son más frecuentes los reales) donde los chicos se juntaban en alguna casa llevando bebidas, algo dulce o algo salado (según lo indique la tarjeta que el organizador/a entregaba).

Juegos de extrema osadía y promiscuidad manifiesta como el semáforo (con el ultravioleta como estandarte) o la botella, eran lo que más nos acercaba al sexo opuesto. Con excepción del momento de los lentos (si daba para bailar) donde los moretones a la altura de las costillas nos daban la pauta de que el camino a los incipientes senos de nuestras amigas sería complicado de sortear. Claro que siempre había alguna más "gauchita" que dejaba que la tomes por la cintura para, si la altura lo permitía, terminar con su cabeza descansando sobre tu hombro (De ahí vendrá el conocido "Put your head on my shoulder" de Paul Anka?).

Pero en esas tertulias nos conocíamos todos y al otro día en la escuela no daba para ser señalado como un futuro socio vitalicio de LALCEC por edema pulmonar infantil...

Cuando se dió la ocasión de abandonar ese terreno firme y lanzarme a aguas "internacionales" me encontré con que, al igual que en mi grado, debía de ser el más chico. En un manotazo desesperado para superar tal inconveniente (hoy rogaría por tenerlo) aumenté estrepitosamente mi apariencia a unos lejanos 13 años al encender aquel Parisiennes prestado.

Sí, mi primer tabaco fue negro. Ni puedo recordar lo que sentí entonces, si tragué el humo o dónde fue a parar. Lo que no olvido es que por un rato me sentí adulto por tener una luz colorada aferrada a mi mano que jugueteaba en la oscuridad. Y llegar a casa para meterme en el baño y poner la camisa en remojo mientras me lavaba la cara y las manos como si hubiera sido vejado en un andén. Todo por evitar una reprimenda que me obligara a permanecer dentro de las cuatro paredes de mi cuarto hasta que tuviera un sueldo que me permitiera abandonar el nido materno.

Jugar al adulto...cosas de chicos.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Inalterable




Cuando el tiempo se detiene, aunque sin embargo haya pasado ráudamente.

Es una postal con movimiento ascendente en cuanto a lo cronológico solamente...el resto sigue ahí al alcance de la mano, acequible e inalterable.

Uno piensa en el ayer como algo estático atesorado en el baúl de la abuela. Un viejo vestido de novia que un día puede hacer renacer un momento único e irrepetible.

Hice la primaria en una escuela pública que fue derribada hace varios años. Ni siquiera quedaba la posibilidad de poder pasar a reencontrarme con la puerta que tantos años estuvo esperando nuestra llegada. Épocas donde los chicos podíamos ir caminando sin todas las preocupaciones que hoy tienen los padres. No había celulares operando cual radares, podíamos andar por las calles en bicicleta o ser los dueños de un pedazo de plaza para ir tras el esférico cada tarde que el clima acompañe.

Fuimos un grupo digno de laboratorio: había para todos los gustos. Altos, petisos, gordos, pobres, ricos, judíos, católicos...y nosotros nunca sentimos esas "diferencias". No juzgábamos por esos factores, no cabía esa separación absurda que puede producirse sólo por la contaminación de los años. En lo heterogéneo, una amalgama subyacía en la Esc Nº 16 D.E. 9º "Cap. de Fragata Carlos María Moyano"...

Hace un puñado de días, después de 21 años, esos que egresamos en 1987 nos reencontramos una noche. Afectos conocidos, y algunas caras desconocidas. Hubo un mínimo de estudio de cuadro de situación y al rato ya estábamos como en uno de los recreos...contándonos la vida en pocas horas, resucitando ese afecto adormecido.

La primaria es una etapa especial. Es la primera socialización extrafamiliar que tenemos, la que nos abre una pequeña ventana al mundo real. Doy gracias de haber tenido ese grupo de compañeros que me forjaron en parte para ser el que soy.

Brindo porque ese viejo vestido no haya quedado oculto para siempre y, aún con el aroma de la naftalina, vuelva a llevarnos a aquellas mañanas de pupitres donde sonaban felices batucadas...porque el tiempo no pueda llevarse lo que se ancló en nuestros corazones tan fácilmente. Salud amigos!

martes, 16 de septiembre de 2008

Con la música a otra parte...


Como muchos de ustedes sabrán, estimados seguidores de este sencillo pero bien intencionado blog, soy el cantante de Pampa Yakuza.
Esto viene siendo así desde hace unos 10 años. Entonces no tenía ni la más remota idea de los sucesos que podían encerrar el pertenecer a una banda.
El objetivo primario era pasarla bien entre amigos, expresar ideas enlazadas en acordes, y salir a mostrarlas adonde pudiéramos llegar y para quien quisiera escucharlas.
A lo largo de este tiempo (casi un tercio de mi vida) han sucedido a la par muchísimas cuestiones de todas las índoles imaginables (una de ellas, crecer obviamente). Pero esa noción primitiva de la cosa aún está latente y sigo siéndole fiel día tras día.
Una de las recompensas más gratificantes, es ver lo que va sucediendo con el público que nos sigue. Se generó algo que excede lo musical y que aún no logro terminar de comprender.
Hay una identificación, inesperada en aquellos primeros ensayos en un altillo, realmente conmovedora. Y este fin de semana, muchos de ellos viajaron hasta Mar del Plata para ver a la misma banda que habían escuchado el jueves anterior.
Reencontrarme con esos rostros fue realmente causal de un cúmulo de emociones que procuré contener. Veía rostros húmedos, algunos por el calor y otros por las lágrimas. Cualquiera fuese el motivo, se hacía difícil seguir entonando con esa presión en la garganta. Y no es la primera vez que se aventuran a acompañarnos.
Sea en el sur o en el oeste, el norte es Pampa. Mi esencia está ahí, soy parte del monstruo que hemos creado en una sala de ensayo. Ese que genera lo mejor y lo peor de nosotros. Excesos, temores, amores, discusiones, pérdidas y encuentros.
Empiezo a entender que cuando se calla la canción queda latente el sentimiento, deambulando a la espera del próximo toque, y tiene vida propia...




martes, 9 de septiembre de 2008

Caralibro


Y dieron las ocho de la noche. Encarcelado en el teclado, miope de tecnología, inscribo mi nombre en el Facebook. Seré uno más de los millones que abundan en esta galaxia donde pertenecer no tiene sus privilegios. Porque es casi una necesidad afiliarse a todo lo que esté asociado a la exposición propia y la comunicación a distancia. Porqué todos entramos en el juego? Esto me lo pregunto, claro, luego de haberlo hecho.

Así como en su momento el chat era religión hoy la tendencia ha cambiado. Mañana cuál será? Qué nueva doctrina adoptaremos como estandarte de comunicación?

Quién tenía celular hace unos pocos años? Quién no lo tiene hoy?

Avanzamos directamente a un sitio lleno de espejos para quedarnos desnudos?

La privacidad casi abandonada en pos de "estar en la movida", "en lo último". Asi cualquiera podrá diagnosticar nuestros gustos, seguir nuestros movimientos, conocer nuestro historial y hasta adivinar qué haremos el próximo fin de semana. Está bueno eso?

De repente me agarró un colapso nervioso y quise dar marcha atrás. Tanto me insistían para que me asocie a este clan que cedí en un momento de flaqueza. Ahora me encuentro a la deriva, como Tom Hanks pero sin Wilson...

Que tengo cola de paja? Y cuántos tienen una escoba insertada en el recto yla remontan como Harry Potter todos los días? Todos tenemos y queremos conservar algo en nuestro cerebelo y que quede allí custodiado.

Habiendo tantos que están a punto de comprarse una vida en cuotas yo, que la vengo haciendo y deshaciendo como puedo, quiero que sea sólo mía.

Lo que quiera revelar, quedará expuesto en mi verba, en mi lenguaje corporal. El resto, con candado mientras la tecnología lo permita...

Y vos...ya tenés tu facebook?

jueves, 28 de agosto de 2008

Por tanto pensar....


Cuando la cosa viene de culo es mejor tener a mano un lote de vaselina porque parece que no para. Sin embargo, uno tiene que pensar que esa maldita racha tiene que cortarse antes de que los nietos te pidan upa.
Sucedió hace ualgunos meses, cuando salí con mi mejor cara de “sambista do scola” intentando torcer las coordenadas maléficas que acechaban mi mal trabajado optimismo, tamborilleando el volante de mi recientemente adquirido bólido.
Hubiera armado un compilado de temas a tono, de esos que parecen venir de un libro de autoayuda como “Tratar de estar mejor” o “Color esperanza” pero, lejos de haberme levantado el ánimo, me habrían enviado directamente a los avernos al pensar en la cuenta de Sadaic que ostenta ese falso profeta edulcorado al que una legión de insensatos rinde pleitesía.
Entendí que antes que recibir tal contaminación sonora, debía escuchar mi “ser interior”.
Esa llamada que viene desde quién sabe dónde y que puede desorientarnos aún más ya que, mientras él susurraba incesantemente “persevera y triunfarás”, los acontecimientos recientes parecían gritarme: “Boludo! Renunciá ya a cualquier cambio, porque vas a seguir fracasando una y otra vez y tendrás más secuelas que Freddy Krugger!”.
Así fue que, discusión va, discusión viene, me encontré en un debate arduo entre lo que quiero, lo que debo, las desalentadoras opiniones del entorno, mi exacerbado “ser interior” y el positivismo artificial que vengo fabricando cada día para evitar emular a Yabrán y su escopeta.
La pelea estaba a punto caramelo y sentí que divagaba entre tantos pensamientos, que se acumulaban como hembras en un saldo de botas de invierno.
Un estado de somnolencia conciente era el que ahora disparaba una imagen tras otra. Desde la génesis de todas las penurias que se fueron congregando hasta aquellas que visualizaba como futuras. Era un pastiche de un film que observaba desde una surrealista butaca.
Fue ahí que desperté, tarde ya como debía suceder, luego de la última “fatalidad”: me había tragado un Wolkswagen Polo que había visto dos segundos antes frenando y al que luego “divisé” retomando la marcha para yo seguirlo raudamente.
Evidentemente algo falló y tengo una única certeza: no poseo miopía, astigmatismo o cualesquiera de los problemas oculares que presentan varios individuos de esta especie y el pedal de freno sigue estando en un lugar accesible y familiar para mi pie derecho, destino que jamás alcanzó.
Por ende, creo que tanta recreación de sucesos fue el disparador de tamaña confusión.
Evaluados ya los daños (todos materiales por “suerte”) me pregunto:
Para qué pensar tanto? Si tanto indagar en lo interno nos puede llevar a no ver lo externo, lo que nos está sucediendo aquí y ahora realmente?
No deberíamos ser menos racionales, vivir desprejuiciados como las fieras y dejar que nuestra mente utilice su tiempo y energías sólo cuando sea necesario abastecerse de algún menester, refugiarse de las inclemencias o satisfacer el apetito sexual?.
Y así me encontré pensando nuevamente… porque estamos condenados a hacerlo.
Porque es aquello que nos hace diferentes del resto de quienes habitan esta parcela ovoide que orbita infatigable.
Espero que en algún momento pueda, al menos, elegir cuándo utilizar tamaño don…y no seguir dilapidando billetes cual jeque árabe.

domingo, 24 de agosto de 2008

La última curda


Salí de la fiesta algo detonado. Lo último que me quedaba por tomar era el colectivo y esperaba que no me cayera como el cuarto whisky. De lejos no distinguía las siluetas deambulantes. La densa neblina y ríos de etílico recorriendo las venas se conjugaban para ello. Entrecerraba los ojos pensando que resultaría de utilidad, pero los escasos focos de los autos se reproducían cual conejos en ese desorden mental. Cuando estuve frente a una de ellas, me encaró decidida diciendo: Sos Pablo, no?
Respondí negativamente sin entrar en detalles, puesto que me han enseñado de pequeño a no brindar mis datos de buenas a primeras a un desconocido aunque fuera de sexo opuesto.
Insistió con la pregunta, ya en tono de aseveración, sospechando que no estaba siendo sincero. Temiendo que la situación se alargara, y con más ganas de escabullirme rápidamente que de entrar en conversación, extraje mi documento y le remarqué mi nombre para que la respuesta tuviera más énfasis: Acá no dice Pablo, viste... me estás confundiendo con otro.
Se quitó la capucha que la protegía de la bruma y al descubrir su demacrado rostro, se erizó mi piel y pareció purgarse todo resquicio de alcohol. Sus cabellos de ébano, emulaban el follaje de un sauce llorón. Debía ser mayor de lo que aparentaba. Huesudos sus pómulos, carentes de vida, blanca palidez que articulaba palabras de manera extraña, exhalando un hedor nauseabundo por entre sus finos labios.
De imprevisto, exclamó: Yo te diré quién eres! He venido de lo más recóndito del bajomundo para llevarte a la otra vida, aquella donde la luz no existe y santificamos al Señor de los avernos!
Acobardado, bajé la mirada, y descubrí unas botas con plataformas altísimas. Recorriendo su figura, encontré luego unas medias de red corridas que le envolvían sus escuálidas extremidades y mini shorts de cuero que acentuaban aún más su delgadez.
Resultó que caminando ebrio había llegado a la puerta de un boliche donde había una reunión de "góticos" y la susodicha esperaba encontrarse con un amor artificial de ciber, me enteré luego de las disculpas del caso.
Y yo que temí que me hubiera llegado la hora...

domingo, 17 de agosto de 2008

A fondo


El esfuerzo doblegaba y podría haberla hecho caer de bruces alguna vez, mirando luego al cielo y maldiciendo al de arriba. Como si fuera el responsable de tantas penurias, de tanta obstinación. De esa resignación que venía pidiendo permiso susurrando desde atrás...

Sin embargo, continuó el embate tomando fuerzas prestadas de alientos ajenos, robando ánimo de miradas que sólo comprendían lo titánico de la empresa emprendida. Tanta preparación puesta, tantos años quitándole tiempo a tantas cosas para esos mágicos segundos en que todo se resolvería de una manera inefable. A suerte y verdad.

La fibra tensa como la psiquis, atravesando juntas el terreno. Cúantas veces se desencontraron antes? Ahora debían ir cual siamesas porque era momento de definiciones. Enfocando tércamente hacia adelante, sintiendo llover las propias gotas, ahogándose en el salitre del sudor...en pos de vencer más que nada a una misma. Porque sentía que el resto era de palo, el desafío lo había circunscripto a ese mínimo reducto. Su ser.

Dobló una vez más, sabiendo que estaría cada vez más cerca del fin, pensando solamente que restaba menos que al principio, cuando dió las primeras pisadas. Divisó la mole a lo lejos y las lágrimas no afloraron aunque se amontonaban tras las pupilas, pesadas y firmes. Recordaba a su madre, quien había fallecido sin poder verla convertida en lo que ahora representaba. En su hija la cual ya daba sus primeros indicios de ser una probable sucesora. En su pareja y motor de este desafío. En la lejana aldea de Rumania que la vió nacer...

Se acercaba a destino y "El Nido", como así lo habían bautizado, la recibía exultante. Y cuando muchas ya habían dejado vencerse, sintiendo que a esa edad todo sería absolutamente estéril, Constantina Tomescu a los 38 años, se convertía en la ganadora más veterana en la historia de los Juegos Olímpicos. Demostrando una vez más que no hay edad ni tiempo para alcanzar lo que deseamos. Todo es cuestión de sacrificio, temple... y ganas de llegar a la meta.

domingo, 10 de agosto de 2008

Que los cumpla...


Cuando apenas arrancaba a atarme los cordones, mientras la abuela le cambiaba los pitucones al tres tiras del colegio, esperaba este día como la llegada del Mesías.
Ya para la semana anterior, la expectativa desbordaba y tachaba el almanaque interno cual días de prisión. Ese día pasaba a ser el centro del universo para la familia y sabía positivamente que mi colección de autitos Majorette y Tomica iba a acrecentarse fuertemente.
El abuelo me llevaría a pasear por Plaza Francia y me elevaría en el subibaja hasta que la espalda le pida clemencia. Mamá tendría la torta lista y papá vendría antes de lo habitual del trabajo.

Luego tal ansiedad va amainando, conforme se soplan las velitas.

Para el resto pasa a ser, como mucho, un día especial. Pero dificil que se alteren las rutinas habituales. Con lo cual es probable que estén más pendientes del horario en que cierra la confitería (porque el rito debe cumplirse inexorablemente) y de tener a mano el teléfono de la casa de empanadas para alimentar a los que se congreguen esa noche.

Uno ya está más grande y puede comprender que algún tío tenga dificultades para llegar o que el resfrío de alguna prima haga que esa rama del árbol genealógico tenga preocupaciones más importantes que saludarlo en esa fecha. Porque son las mismas excusas que mamá y papá pusieron la última vez que estaban con pocas ganas de viajar para el cumple de aquella tía...

Ya mayorcitos, le damos al día la relevancia que se merece. Festejamos con los amigos hasta que el codo saque callos, le abrochamos a la vieja un dinerillo o le exprimimos un tanto la tarjeta, y podemos extender los festejos hasta pasados dos o tres días del mismo.

Ahora que dejé la recta y voy entrando en la curva, miro esto con nostalgia.

Y sé que la melancolía es un tatuaje más de mi personalidad.

Hoy, cuando están varias caras ausentes (por el ciclo natural de la vida o por las vueltas de la misma) debo confesar que extraño el ruido de las reuniones familiares. Y no es contradictorio con lo que escribí en el posteo anterior.

Pasa que esta vez, sentí el no tener a varios alrededor de la velita, como cuando usaba los pantalones remendados por la abuela.

Y no quiero ser desagradecido con todos los que se acordaron de saludarme!
Y menos con vos, que estuviste a mi lado...




miércoles, 6 de agosto de 2008

Unicos


El slogan dice que estar cerca es muy bueno, aunque creo que no siempre es asi.
Depende de quien tengas al lado o de lo que necesites.
Soy un tanto ermitaño a veces, y no lo veo como un defecto. Varios resaltan esta introspección como un déficit y yo intento capitalizarla.
Considero primordial tener un lugar para uno, una burbuja donde puedas ver lo que ocurre con otra perspectiva. La única que surja de tu conciencia, de tu estado de ánimo.
No siempre será porque uno este mal y no quiera andar contagiándolo impúnemente al resto. Existen razones para el goce individual y no caigamos en la ocurrencia burda les pido.
Siento que la opinión ajena sirve pero contamina muchas veces. El tamiz no suele estar del todo claro y podemos dejarnos avasallar y torcer lo que, en soledad, hubiéramos resuelto de otro modo.
Por eso creo que debemos tomarnos un respiro de sociedad y alejarnos por momentos de los que nos rodean, para distinguir los problemas con claridad o para disfrutar su resolución levantando una copa ante el espejo y sonreir en complicidad con la imágen que nos devuelve.
Es un ejercicio que da resultados sólo si tenemos confianza en nosotros.
Caso contrario, terminarás por levantar el teléfono, resguardándote en lo que otro crea conveniente para tu vida. Después no lo llames para quejarte de los resultados.


martes, 29 de julio de 2008

LOKO LOKO



















Días diáfanos, tardes desapacibles, noches turbulentas. El clima va mutando con facilidad a lo largo de jornadas con pronóstico impredecible.

Nos ponemos un piloto cuando estamos con el alma goteando y, sin embargo, no podemos evitar que se nos llenen de moho los pensamientos (aunque encontremos quien se disponga a torcer nuestro ánimo).

Salimos en musculosa cuando la pasión calcina, aunque una gélida ventisca nos pueda traicionar al doblar la esquina.

Y nuestra existencia se engripa de dolor, mientras se va contracturando el alma.


Caminamos los años, cambiamos modas y conservamos modos.

Eso sí, pretendiendo alcanzar la perfección en un mundo absolutamente deforme. Tratando de hacer buena letra con el pulso de una momia.

Viramos entre lo normalmente aceptable y lo presumidamente alocado.

Pero cuando detectamos al que se le rompió el flotante, enseguida le apuntamos con el índice y lo guardamos tan lejos como se pueda.

Buscamos estabilidad emocional, no emociones. Ya no quedan revoluciones ni revolucionarios sueltos. Las ideas no se matan, se suicidan con el tiempo.


Repasando lo dicho hasta acá, me doy cuenta de que quizás todo esto carezca de una hilación. O sólo la tenga para mí en el segundo en que lo escribí.

Porque tenemos la capacidad de comprender lo incomprensible y porque quizás yo sea por momentos el que deba estar guardado...les pido solamente que no me señalen.




domingo, 27 de julio de 2008

Animándome


Me adoptó sin quererlo, pues era yo quien lo deseaba. Toda la vida pugnando por tener un animal en mi casa materna y la negativa ante todo. Que los muebles, que las plantas, que el cuidado, el para qué.
Había quebrado ese compromiso dos veces y las dos con idéntico final. Probé con un ovejero belga que no llegó al mes de estadía, porque fue separado muy pronto de su madre y no resistió el desapego. Años después introduje en la clandestinidad un setter irlandés (siempre extranjeros ellos) que tenía todas las de ganar, así tuviera que emigrar de mi casa para estar a su lado. Pero una enfermedad de nacimiento le imposibilitó desarrollarse a la par de sus hermanos. Hice todo a mi alcance, involucrando en su cuidado a mi familia postiza de entonces ya que ellos tenían otro de su lechigada y adoración por los animales.
Mi perro iba quedando diminuto al lado del otro, pero tenía un coraje y un temple que me obligaban a intentar revertir el destino. Los veterinarios ya me habían dicho desde el principio que era una quimera. Mi corazón al ver sus ojos, bombeaba esperanzas donde no las había. Operaciones, análisis, internaciones...hasta compré una cuna de bebé para que su hermano no le arranque la sonda que tenía en el estómago y por la cual se alimentaba inútilmente, ya que al rato vomitaba lo ingerido.
En sus últimas, era pelo y huesos. Sus húmedas pupilas imploraban clemencia, que bajara los brazos. Dormí abrazado a mi cachorro esa noche, derramando ríos contenidos por diques soñadores. Al día siguiente, no quise acompañarlo a que encuentre la ansiada paz.
A partir de allí, comprendí en parte la negativa de mamá. No sólo eran los muebles, el parquet encerado o las plantas. Era la posibilidad de que las cosas no salieran tan bien y la certeza del dolor posterior.
Al emanciparme sentí renacer ese deseo nuevamente. Y apareció la posibilidad de tener a Cleopatra, una siamesa de 45 días que patinaba por la cerámica de la casa en que nació. No dudé en tomarla para mí. Egoísta? Masoquista? Ninguna de las dos...creo que todos tenemos necesidad de dar y no pedir a cambio. Y que luego del dolor creemos que vendrá algo reparador. Ya había visitado ambos. Y si bien Cleo se convitió a los pocos días en Teo (debido a esa oscura mancha en el bajo vientre que se agrandó con el correr de los días) sigo refugiándome en el calor de su pelo, en sus ásperos lenguetazos y sus estudiados mordiscos. Esperando llegar para alzarlo y llenarlo de besos, acomodarme en la cama esperando que arañe una vez más el sommier y trepe para continuar su eterna siesta entre mis piernas.
Un animal que anima a otro...
.

martes, 22 de julio de 2008

Aquella voz


Estaba desorientado, con el foco perdido. Disipaba energías en falso, retroalimentándose con el desecho ajeno. Difícil que así lograra algo. No había más esperanzas que alcanzar la inspiración que seguiría al exhalar mecánicamente. Así pasaba las horas, arrojandólas al cesto. El reloj perdía cadencia y parecía dormir intermitente.

Segundos de chicle...y la tele siempre encendida desnudando sus carencias.

Con el diario se repetía la situación. Los mismos titulares, los accidentes de siempre, un equipo alzaba la copa y otro descendía. Qué más daba a esta altura...

Su único lazo con la vida, se había desatado hacía tiempo. Aún la recordaba cada vez que se cebaba un amargo en soledad. El reproche era un hábito, como lavarse los dientes o encenderse un cigarrillo. Y más fuerte que la nicotina que abarrotaba sus pulmones. Pensó en llamarla y rogarle un imposible, hacerse culpable de todo y pedir cadena perpetua a su lado. Todo antes que esta muerte en vida.
El trabajo lo mantenía encendido ocho horas, elucubrando en ellas cómo retornar al punto de partida: aquella noche que dijo no va más.

Había perdido ganas y peso en partes iguales. Reciclaba su ropero cada quince días, llegando a usar medias dispares para el final de la ronda. Quién las vería después de todo? Quién más que su par de zapatos de gamuza percudidos, eterno basamento de la bolsa de huesos en la que se había convertido.

Arrojó el piloto en el sofá, sobre la pila de ropa sucia que descansaba en él. Decidido, tomó el teléfono y discó imperturbable los diez dígitos que lo distanciaban de aquella voz.

En la reverberancia de la respuesta, cerró el pestillo del abismo. Había olvidado lo desagradable de ese chillido agudo con decolorada cabellera...




jueves, 17 de julio de 2008

Ella


Tenía sus años pero aún su belleza era codiciada por varios. Era joven o madura, según los ojos de quien la mire. Podría decirse sin temor al yerro, que su mirada extraviada escondía un pasado tormentoso o un futuro impredecible.
Quizás ambos se reunían en ella.

Había venido al mundo sin proponérselo, fruto de un arreglo de otros que la marcaron de orígen.

De niña tuvo una infancia tormentosa que el mismo parto pareció predecir. Esas secuelas la hacían en extremo vulnerable y eran la mejor excusa para que se propasaran impunemente.

Conocía al dedillo sus limitaciones, escondiéndolas pobremente. Inocente, le juraron amor eterno varias veces. Las mismas en que terminó siendo vejada esa ilusión. Pero seguía redoblando la apuesta casi ciegamente, de forma tozuda podría decirse.

No buscaba un amor apasionado a esta altura, reclamaba dignidad. Alguien que pueda mirarla a los ojos sin desviarlos de los suyos por recorrer el generoso escote, pensando en liberarlo de esa opresión para tomarlo entre sus manos.

Seguía a la espera de quien la comprendiera y tratara como se merecía pero sistemáticamente, cuando lograba recobrar confianza, llegaba quien la quebraba y reclamaba su pertenencia con estudiado ardid.

Hoy mira desde la ventana, con los ojos enrojecidos, y ruedan lágrimas de despecho por sus mejillas.

Escuchando un eco distante que la nombra: Argentina, Argentina...

domingo, 13 de julio de 2008

Dúo dinámico


Tenía nueve años y mi vieja me lanzó una pregunta decisiva: te gustaría tener un hermanito? Nunca supe si el destino de Fede (por si no lo conocen, así se llama el cristiano) estaba atado a esa respuesta. Ciertamente no creo que el deseo de reincidir en la crianza dependiera de la misma. Pero al tiempo llegó y agradezco que así haya sido. No porque me sintiera sólo o padeciera el karma del hijo único, sino por lo bueno y lo malo que atravesamos juntos. Cada uno con su individualidad y con marcadas diferencias.

Durmiendo en el mismo cuarto de chiquitos, armándole un mundo de fantasías en los juegos, compartiéndolo con mis amigos. Tenía un sosías para combatir las horas de lluvia, para dejar de hacer frontón con la pelota y jugar un cabeza a cabeza. Para verlo crecer, cambiar su fisonomía, forjar su carácter.

Al turno de mi adolescencia, cuando aparecen otras inquietudes más mundanas, dejamos latente ese vínculo. Quedamos sin papá (aunque casi lo habíamos perdido en vida a decir verdad) y el timón de la relación perdió un tanto el rumbo. Luego sería él quien atrevesara los vericuetos de la pubertad, que lejos estaba de ser simple. Yo quise suplir ese rol sin darme cuenta que lo alejaba aún más al querer marcarle límites, al transmitirle mi experiencia para que evite agunos de mis errores. Y se nos fueron varios años en el camino.

Hoy, podemos decir que somos pares. Estamos ambos en un mismo bote, remando por nuestro sueño. Y me siento felíz de que así sea. Porque siempre existe la chance de recuperar lo que más queremos.

Mi hermano dijo "Nán" antes que papá o mamá. Se quedaba horas conmigo abrazado mientras veía televisión, chupándome el lóbulo de la oreja. Ese amor mutó con los años pero no se ha extinguido. Esta semana cumple 24 años y espero que sepa todo lo que lo quiero.

viernes, 11 de julio de 2008

Hacerse cargo


Tenía 17 cuando egresé del secundario. Sabía que algo tendría que hacer después de eyectarme del colegio hacia el mundo adulto. Sin demasiados intereses en aquél entonces, opté por una salida más o menos sensata. Me inscribiría en Derecho para continuar con algunos amigos, a los cuales tampoco deslumbraba la idea de ingresar a esa casa de estudios. Podríamos de esa manera seguir algunos años más juntos y era la mejor de las excusas. Para cuando llegó el verano, también se acaloró la necesidad autoimpuesta de salir a ganarme la vida. No podía pretender que se hicieran cargo de mí, como si no existiera posibilidad de valerme por mí mismo.
Mi primer trabajo había sido a fin de 5to. año vendiendo productos en locales. Y, salvando que el ingreso recibido había sido miserable, me tentaba la idea de continuar en ese tren. Gracias a una conocida de una amiga, etc, etc, entré como cadete en el Conicet. Me sentía Rogelio Roldán (para los que no lo conocen, era un personaje encarnado por el último gran comediante argentino, Alberto Olmedo). Cobraba la módica de $170 en el año 93, lo que alcanzaba para pagarme los viáticos, almuerzos, una cena afuera y un telo por mes con mi novia y poco más. Así y todo era feliz. No había opción entre Liberación o Dependencia...
Despúes fui cambiando sucesivamente de trabajos: ventas, administrativos, asesoramiento, en empresas públicas y privadas...dejando las leyes truncadas y encontrando mi vocación con los años.

Hoy, veo cómo muchos de los que estaban en mi posición optan por seguir acobachados bajo el ala de mamá. Pretendiendo ser hijos eternos, parece que no se decidieran a enfrentar la vida. Crecer no es sólo cambiar el almanaque después del brindis. Implica resignar muchas cosas para intentar alcanzar otras. Cortar el cordón, vencer los temores, probarse...hay cierto temor en muchos y me llega hondo. Chicos envalentonados que creen estar de vuelta de muchos lugares a los que no se animan a llegar.
Miedo, conformismo, expectativas nulas. Un paquete en el que confluyen medidas económicas, un digitado desaliento a la educación, un país donde el éxito va ligado a la vacía exposición mediática más que a los logros propios. Y no quiero hacer un discurso politizado, aunque no pueda evitarlo del todo.
Sólo quisiera que alguno de estos pibes que hoy se preocupan más por saber con quién anda la Tota Santillán, pensaran un rato en ellos y en su futuro.

Porque no da lo mismo no hacer nada que intentarlo.
Porque errando la ruta, se encuentra otro camino.
Porque teniendo la Filcar de papá no alcanza.

lunes, 7 de julio de 2008

CONSUELO ESTERIL


8 am. Debería estar entrando a trabajar y sin embargo, aquí sigo esperando el bendito colectivo. No es casualidad, me demoré una vez más a sabiendas. Nada bueno me espera allá una vez que marque la entrada. Al menos nada que me otorgue cierta plenitud.

Sabido es que cuando el oficio de uno dista de su pasión, difícilmente sea otra la actitud.
La mañana parecía diseñada para seguir arropado, jugueteando con el lomo del gato que ronroneaba a mis pies. Pero debía emerger de ese estado de reposo e introducirme en el mundo laboral. Café de por medio, abrí el agua para darme un baño de inmersión y quitarme el sopor de lunes. Como para reencontrarme con el útero materno, contenedor.
Sin relojes a la vista, supuse que los aproximadamente veinte minutos serían suficientes como para no despertar miradas inquisidoras por el retraso.
Me cambié pensando sólo en la limpieza y no tanto en la combinación. Encontré un buzo en estado aceptable y traspasé el umbral. Al echar llave, sentí un vació desolador. Sabía también que el día no sería demasiado agitado. Las ventas no estaban en su pico y no habría demasiados sobresaltos, calculé.
Sin embargo, no podía quitarme esa sensación de angustia.

Trepé al estribo y, mentalmente, repasé las veces que me propuse eliminar este item de mi vida. Ahí seguía, llevándose 48 horas semanales de mi vida contando las 3 de viajes. Vale decir que 2 de los 7 días de la semana estaban destinados a cumplir con esta "obligación".
A 6 horas promedio de sueño diario, se me iban casi otros 2. Calculé una hora más por día pensando en el trabajo, más otra adicional pensando en cómo dejar de hacerlo. Se me iba medio día más. Quedaban libres unas 60 horas, a las cuales debía agradecer mi sostén emocional. Quitando de ellas el tiempo que lleva asearnos, cocinar, limpiar, podría decir que, en limpio, eran unas 48 horas.
Vale decir que por ellas, uno hace todo lo otro. Pensaba en cuánto tiempo le queda a un padre o una madre para compartir con sus hijos. Peor todavía si en esas 48 horas que a uno le "sobraron" (sin contar algún espacio para la intimidad de la pareja) ellos están metidos en la computadora, viendo televisión o cualquier otra actividad.
Al momento de bajar, me alegré de no aún no haber dejado descendencia...


sábado, 5 de julio de 2008

Vicio


Era tarde ya...el clima pesado contagiaba el espíritu y podía afirmar que no era la mejor de las noches para caminar bajo la fina garúa. Con las monedas en la mano listas para abordar el colectivo, insultaba para sus adentros el haber olvidado un encendedor y no divisar a otro probable portador de tumores en la avenida.

Los locales cerrados, los árboles inmóviles, ningún vehículo acercándose. Estancado en la parada, jugueteaba con el último cigarrillo en la boca y el filtro se le iba humedeciendo al correr de lado a lado. La espera se hacía insostenible. Comenzó a desandar el trayecto, más para encontrar lumbre que para llegar a destino. Pasaron una, dos, cinco cuadras. Nada ni nadie se disponían a facilitarle la anhelada dosis de nicotina.

Absorto en su peregrinaje, omitió acompañar los pensamientos con la realidad. Una vez más. Tarde fue cuando vió la mole de hierro alejándose presurosa, echando una enorme humareda por el malogrado uso. Quería lo mismo para él...tan solo una bocanada recorriendo los conductos y liberarse de la hostilidad del entorno ya.

Para entonces, un par de truenos declaraban el inicio del aguacero. Guardó el cigarrillo dentro de la campera y revisó la billetera. El dólar de la suerte intimaba en ella con un billete de cinco pesos. Viajar en taxi era una utopía, hallar un cajero otra. Extraña situación para quien de 10 a 15 horas atiende la ventanilla 2 del Banco Santander.

Faltaban unas 30 cuadras para acomodarse en el confortable sommier y le parecía una eternidad. De imprevisto, una fuerte tos ajena le dió la esperanza de dar con lo que tanto buscaba. En efecto, un hombre de unos 40 años dobló la esquina exhalando humo. En otro momento le hubiera engendrado un fundado temor, ya que su aspecto denotaba años de vivir sin un techo fijo y varias semanas esquivando una ducha. Lo indagó presuroso, pensando en encender lo que tanto había protegido dentro de la campera. El hombre atinó a disculparse por no tenerlo y siguió su marcha. No podía ser, no había explicación para tantas contrariedades.

Liberando al deformado cilindro de su escondite y, con extrema delicadeza, lo estiró un tanto y acomodó su contenido a la espera de otra oportunidad. Escudriñando la acera en busca del último hálito de vida de quién había ocasionado aquella carraspera, divisó al borde del cordón un tibio rojo que aún subsistía entre las gotas. Rescatándolo, lo enfrentó al suyo y aspiró con todas sus fuerzas, sintiéndose increíblemente libre...

martes, 1 de julio de 2008

Sólo un punto de vista


Venimos libres al mundo. De prejuicios y otras tantas contaminaciones que nos va mostrando el escaparate de los años y que vamos comprando con actitud compulsiva mientras "crecemos".

Esa agresión comienza ya desde la socialización primaria, con las primeras relaciones.

Madres y padres que incorporan a ese enorme y vacío disco rígido información no siempre corroborada, apreciaciones subjetivas, negaciones, frustraciones y tantas otras cosas que nos van desdibujando y nos forman para llegar al jardín más moldeados, seres capaces de discernir entre un Jorgito y un Havanna por ejemplo.

Ahí juegan también la integración, adaptación, etc. Problemática que no muchos logran sortear fácilmente, quedando algunos manchados con el mote de "tímido" en la más suave terminología hasta el de "enfermo que no quiere jugar a nada" entre las menos sutiles.

Ni hablar de la enseñanza primaria donde, además de la educación impartida desde la caduca y pobre literatura de los manuales, encontramos la separación que nos brinda la televisión. Aparecen las "Divinas" y las "Populares" donde las primeras son versiones a escala de Pamela Anderson que contonean su firme humanidad con una seguridad que envidiarían más de varias de 30 y donde las últimas lejos están de ser las descamisadas a las que se dirigía Evita. La crueldad muestra sus fauces cada vez más seguido y la discriminación se utiliza tanto como la Playstation.

Qué decir entonces del secundario, donde ya todo está mucho más segmentado. Encajar en algún grupo (hippies, rockeros, cumbieros, metaleros, stones, bolicheros, los últimos: floggers, emos, etc,etc ) consume las energías de la mayor parte de los adolescentes. Notaron que no puse intelectuales o estudiosos? Son tan pocos que deben hacer una búsqueda intercolegial para encontrarse cuatro en una mesa del bar "La Paz".

Luego, con la presión social ejercida por lo laboral, vuelven a dividirse las aguas: aquellos que han logrado el éxito comercial (sea por medio de un título, ascensos, serruchadas de piso, encamadas) se aislan en countries, barrios privados, clubes selectos.

Los que quedaron a mitad de camino muchas veces miran ese "mundo todo bien" con la ñata contra el vidrio en un Restó de Las Cañitas o queman sus magros sueldos dentro, viviéndolo para sí por un par de horas.

Peor la pasan los que revisan los coquetos y verdes recipientes de basura que adornan las esquinas.

Todo esto vino a cuenta de recordar la Teoría de conjuntos. Pertenencia, inclusión, unión, intersección....Donde nos ponemos? Quién nos pone? Cuándo será posible vivir en una intersección amigable?

lunes, 30 de junio de 2008

Camino


Terreno vírgen, estaba hecho sólo para ser recorrido. No tenía ninguna marca previa, sólo debía montarme en ese sendero inexplorado y poner primera.
Nunca supe adónde llegaría o cuándo terminaba. Ni siquiera ahora que tengo algunos años transitándolo. Pero me animé y decidí que esa ruta sería mi mejor excusa por la que vivir.
Por él, fui acompañado muchas veces subiendo gente a dedo. Otras era yo quien se tiraba a la banquina y ponía balizas esperando que alguien me guiara en la neblina.
Una vuelta, venía contemplando la nada y me dí cuenta que el horizonte estaba arrimándose más a prisa que de costumbre.
Descolocado, tomé el celular y disqué a Seguridad : "el cliente se encuentra momentáneamente fuera del área de cobertura. Intente más tarde o deje un mensaje después de la señal" me devolvió la grabación.
Comprendí que el tiempo era exiguo si quería encontrala, así que marqué a Estabilidad para confirmar si era cierta tal vertiginosa aproximación: "el número ingresado no corresponde a un abonado en servicio. Intente más tarde. Gracias".
Las lenguas calcinantes se iban tragando el asfalto y el aire se volvía desértico. La desesperación se había adueñado de la escena. Arrojé el teléfono y dejé que mi mente se tomara un respiro.
Que el corazón me condujera este tramo. Sólo atinó a soltar el acelerador y el horizonte comenzó a retraerse...todo volvió a colocarse como lo recordaba. No sea cosa que una vez que llegara a destino perdiera algo de vista con tanto acelere....

viernes, 27 de junio de 2008

Refugio


Ahí estaba, como la dejé hace unos veintipico de años. Seguía estando un tanto maltrecha pero cumplía con su propósito. Varias capas de pintura abajo, seguro encontraré esa postal que se ancló en mi recuerdo.

Pasaron varios intendentes en el medio, y el paisaje no ha sufrido tantas modificaciones. Salvo por las rejas a media altura que impiden que la jauría deambulante comparta su tarde junto con los diminutos constructores de sueños de arena.

El bebedero, que nunca logró quitarle la sed a nadie luego del primer día de instalado, la estatua custodiada por los jacarandás y las piedras de ladrillo desperdigadas en la tierra maltratada.

En sus asientos se han dado cita los más guapos del barrio y también los que intentaban ganar su amistad. Más para evitar que el algún momento les pidan prestadas "in eternum" algunos billetes para el vicio que por otra razón.

Allí escuché por primera vez a Riff cuando tenía once años, de la mano de Paloma (su apodo debíase a su eterno estado de volado) Esteban y Gustavito.
Ninguno de ellos logró despedirse cuando se fueron a jugar un picado con El Barba.
Compartían todo: las minas, las jeringas... el SIDA hizo el resto.

Allí le atajé un penal a Jorgito, un colorado de rulos largos que gastaba zapatillas como rivales. Esos que pintan para ser fenómenos y a los que la vida les termina exigiendo otros sacrificios más terrenales, como hacerse cargo de una madre viuda y enferma a los 15 años.

También fue ese arenero el que me retuvo más de la cuenta por quedarme a jugar con Lucía (mi primera novia) y me hizo perder de mis compañeros de preescolar. Por él, crucé dos calles en la clandestinidad para alcanzarlos antes de que llegaran al colegio.

Pero yo me debía algo con ella: al sentarme, toqué ligeramente sus cadenas, me impulsé y sentí el viento abrazándome la cara. Estuve un rato largo, yendo y viniendo, contemplando como el mundo se acercaba y alejaba en segundos.

Cansado, me bajé y al final pude perdonarle su certero golpe en mi ojo izquierdo. Ese que me tuvo dos días internado hace 28 años y del que llevo su viva marca....al fin y al cabo era parte del lugar. De mi refugio. De mi.

jueves, 26 de junio de 2008

ASUNTOS DE FAMILIA


Según quién te la cuente y cómo la pase con aquellos cosanguíneos que supimos conseguir (sin voluntad ni elección) hay diferentes perspectivas, entre las cuales están:

Los que mueren por mantener el contacto con todo árbol genealógico que haya resistido en pie, esmerándose, por ejemplo, en recordar los nombres de cada uno de los hijos de los primos y sus respectivos cumpleaños. Son los que no fallan en ninguna comunión, bautismo, casamiento o velorio. Por el hecho del encuentro en sí, más que la causa que lo originó.

Los que niegan provenir de ese vientre que hoy ostenta un estado similar a cuando uno estaba calidamente cobijado. No sólo por su dimensión sino porque, además, quien lo porta se ha convertido en una escollera que disfruta en silencio todos los naufragios amorosos que nos han ido sucediendo. Y están esperando el próximo para repetirnos algo como: "yo no soy bruja, pero sabía que esa chica no era para vos" o "a mi me sonaba raro que ese muchacho jugara tanto al futbol...sobre todo el que a la semana de romperse los ligamentos se fuera con su grupete a patear la pelota tres veces por semana"...

También están los ermitaños, abuelos de Heidi que saben que no nacieron de un repollo, sólo porque se los contó un amigo. Ignoran deliberadamente a todos y cada uno de sus parientes, cambian seguido el celular por pura paranoia de que sean ubicados gracias a alguna intervención divina, no tienen nada a su nombre por temor a que sean rastreados y evitan el uso del nombre y apellido, trocándolos por apodos. Se hacen llamar Cholo, El Gaita, Poro...

Algunos esperan ansiosos el tablón con los caballetes del asado dominguero y el griterió de los más chicos que gatean por debajo. Otros disfrutan viendo una película echados en el fiaca con unas papitas y un silencio de eliminación de copa.

El abanico es enorme y cada uno sabrá donde ubicarse...

miércoles, 25 de junio de 2008

Mil horas


24 no alcanzan parece, cada jornada resulta exigua para todo lo que uno desearía realizar.


Quizás sólo evitando el tiempo que nos consume aquello que no resulta placentero llegaríamos a hacerlo.


Pero somos carne de cañón y sabemos que será dificil presentar excusas de este tipo al jefe de personal. Por eso nos sometemos, voluntariamente o no, a dejar de lado actividades que nos permitirían ser un tanto más felices. La ecuación igualmente nunca cierra: más dinero queremos, más trabajamos por él, más tiempo dedicamos a ir tras la zanahoria y postergamos el disfrute para los 15 días que, con viento de cola, nos obsequia la patronal para el ocio anual.


Claro esto, mientras uno no haya llegado a un puesto jerárquico o sea cuentapropista con gente a cargo: será casi inaudito que no reciba algún llamado de la distante urbe, reclamando su buena memoria respecto a alguna documentación extraviada en su ausencia (como si uno desde la arena supiera dónde habrá quedado ese puto papel)


Puede ser también que quien lo suplante en su merecido descanso, recoja algún pedido descabellado que obligará a que su mente descienda milagrosamente a la consulta de stock para ver con cuántos insumos cuenta. Todo mientras al lado se disputa la final de tocata playera entre un combinado de portuarios y los recientemente liberados de Sierra Chica.


Por eso, mis queridos, pienso que el secreto no está en ese breve intervalo.


Radica en tomarnos con más calma nuestra cotidianeidad.


Como lo estoy haciendo ahora, desde mi lugar de trabajo...

martes, 24 de junio de 2008

No hay peor tirano que el que habita en uno


Claro, esto mientras no vivamos en un régimen de facto. Pero no deja de ser cierto que todas las limitaciones posibles nacen, se desarrollan, reproducen y mueren dentro de cada uno de nosotros.

Creer es poder, decía Jesús mientras aglutinaba fieles...

Era de los que descreía del poder de esa llama interna que nos puede calcinar y consumir o motivar a alcanzar un objetivo.
Hace un tiempo observé cómo con proponerme determinadas cosas (para no desmoralizarme nada que sea inalcanzable por el momento) y visualizarme habiéndolas conseguido, en un corto plazo se iban dando.

No soy místico, no visito iglesias ni templos demasiado seguido (siempre hay algun empecinado que se casa...). Así y todo, me convertí en creyente. Comencé a confiar en mi, en mis aptitudes, acepté mis falencias y errores del pasado.

Entendí que, aún cuando las cosas no salgan de la mejor manera, debía mentalizarme para torcer ese rumbo.

Hay una energía que todos tenemos y que no sabemos usar, la atracción que ejercemos sobre las cosas es realmente poderosa.

Cuando estamos con algún miedo, lo más probable es que terminemos con el resultado al que temíamos desde el principio.

Cuando realmente nos convencemos y nos sentimos seguros sobre alguna decisión a tomar, es más factible que se nos dé según lo imaginamos.
Todo es cuestión de uno y lo que se autogenere. Sería necio no reconocer que aún muchas cosas me atemorizan, obstaculizan, atoran, etc, etc.

Increíblemente, son las que peor me han salido. Por lo tanto recuerdo siempre que debo encarar los proyectos visualizando el objetivo como ya alcanzado.
Esa fuerza será capaz de atravesar cualquier inconveniente o será la solución del mismo.

Vencer al tirano interno es difícil...no imposible.

lunes, 23 de junio de 2008

Me da igual....








Defenestro a aquellos a los que todo les da lo mismo...

Ese gris eterno que repta en la comodidad de no comprometerse, evitando cualquier discordia. Nunca da la nota pero pero se diluye dentro del coro.

Para peor, nos son pocos los que abrazan esta ideología carente justamentente de ideas, los que se incluyen dentro de ese equipo abúlico que sólo entrena y ni llega a debutar para esquivar el partido.

Les dicen tibios, pero a mi me enervan.

Antes hago un mea culpa: yo también alguna vez supe patear con ellos. Pero un día alguien me mostró las bondades de cambiar de bando, lo necesario que terminaba siendo el ser franco con uno mismo para empezar.

Y, salvo alguna trivialidad como qué cenamos o cosas por el estilo, ya nada me dió igual.

Al principio me resultaba arduo este sinceramiento. Temía herir al otro con tal o cual manifestación.

Terminé por comprender que, en definitiva, era un acto ligado a la verdad.

Y hace un tiempo ya que abandoné las excusas y mentiras, sólo porque dejé de necesitarla


Soy más felíz así. Hay equipo? ...

domingo, 22 de junio de 2008

Un domingo más...


Definitivamente, cuando llega el turno del ocio se me hace difícil disfrutarlo.

Enseguida busco en qué ocuparme rápidamente y lo dejo abandonado, pidiendo una chance desde el banco.

Para peor, si el ocio y el cuerpo se asocian, la mente da por finiquitada la relación rápidamente: ella siempre tiene que entretenerse con alguna cuestión inmediata o, caso contrario, se dispone a revolver en ese arcón llamado memoria.

Llegó el domingo. Otro más. El frío hacía más complicada la salida, que ya estaba pautada de antemano.

Pensaba en esto cuando llegó el 80, línea que debe tener uno de los recorridos en recta más largos de toda la Capital Federal.

Ni bien cruza el puente de la línea Mitre, en Belgrano R, transita su lineal derrotero por Av. de los Incas (que luego mutará en Av. Beiró) durante más de 8 km.

Viajar en colectivo tiene su encanto. A pesar de que tengo un vehículo (al menos en los papeles, ya que el mismo está en reparación desde hace casi un mes) no dejo de sorpenderme por lo que uno puede hacer casi en simultáneo mientras lo transportan: leer, hablar por teléfono, escuchar música, comer un alfajor, relojear a la que está sentada en el segundo asiento, cuidar las pertenencias del que está parado atrás tuyo, contar las monedas para la vuelta.

Todo mientras uno se aferra sanguíneamente al caño aunque no participe del "Bailando por un sueño"...

A la altura de Parque Chas, conseguí el botín más preciado: un asiento. Se amplió abiertamente el abanico de opciones, ya que podía desde escribir hasta cortarme las uñas sigilosamente.

En eso me entretenía cuando al alzar la vista me topé con una publicidad de pipetas para perros y felinos. A partir de allí me salí del recorrido y postergué la simultaneidad de tareas porque me golpeó en la sien y no vi el guante: el trabajo había venido a mi mente y en el laboratorio se avizoraba un principio de semana álgido. Debía llamar a un tercerista apenas llegaba y enviarle los insumos para iniciar una producción, pedir unos certificados pendientes a un proveedor luego, verificar si había recibidido un mail de un contratista...

Otro domingo se me hacía lunes y recién era la una del mediodía.