domingo, 21 de noviembre de 2010

IMAGEN


Salí de mi para encontrarme. Cansado de bucear en la densidad de miles de idas y vueltas, enfrenté al espejo exigiéndole claridad. La imágen no pudo serlo más. Ahí estaba nuevamente el culpable de todo este embrollo, de los insomnios, de las sienes latentes atiborradas de pensamientos. Ese tipo al cual puedo detestar de tanto y tanto pero de quien no puedo librarme. O si? Cómo seguiría mi vida sin tenerlo adosado in eternum, sin sentir su hostigamiento a diario?

Hablé sin temor a escuchar su respuesta. Ya estaba por demás agotado de tanto verlo ahí altivo...desafiante. Sin ruedos le dije que hiciera las valijas de una buena vez, que íbamos a estar mejor cada uno por su lado, aprendiendo a extrañarnos. Elevó la ceja enarbolando un estudiado gesto sobrador y sin más desapareció de mi vista. Ahora sólo veía los amarillos azulejos del baño y el toallón naranja aún húmedo de la reciente ducha. Sería posible esto o estaba en un estado de somnolencia producto de tantos días mal dormido? Sacudí la cabeza tres veces de izquierda a derecha, un par más de abajo hacia arriba. Todo estaba exactamente igual. Comprendí que, de ser un sueño, este era en extremo extraño. Pensé en anotarlo para desmenuzarlo en mi próxima sesión de terapia. No solamente no hallé con qué sino que, además, me pinche con un alfiler que había quedado clavado en el colchón tras haber cosido un botón la noche anterior.

Estoy en la cama me dije...es una gran noticia! Salté hacia el baño, miré el toallón sin marcas de humedad y me aproximé lentamente al espejo. Atiné a cogotear unos centímetros pero no llegué a tener la certeza de su devolución. Por primera vez tuve algo de temor. Como si aquel deseo se hubiera cumplido y no tuviera chance de ver cómo se seguía poblando mi cabeza de finos hilos blancos, el rostro mutaba de a poco en un ajado mapa y las venas de mis manos se tiñeran de un violáceo como el que mi abuela supo llevar en las suyas.

Resuelto, abordé la cuestión sin más y crucé con mi cara el primer panel del viejo botiquín.

Volví sobre mis pasos y lo hice nuevamente. Una última duda estalló: era realmente ese tipo quien yo creía o el que le hice creer a los demás?

5 comentarios:

Eri dijo...

Guauu...entre en busca de un recreo de estudio y me quede sin palabras..como volviste!
Me parece que voy leer unas cuantas veces màs, para ver si puedo no sentirme tan identificada una vez más en esa busqueda constante de uno mismo...

Hipercandombe. dijo...

Lo primero que me dije después de leerlo fue ESTE TIPO NO PUEDE SER TAN GENIAL!


Y... no puede ser que siempre escribas lo que uno necesita leer, no puede ser.
Gracias por volver.

Anónimo dijo...

Feliz vuelta, hombre.
Un abrazo.

Ailen Martinez ʚϊɞ dijo...

es rara la ocasion en la que no me siento identificada con lo que escribis, gracias por escribir eso que a muchos nos cuesta decir o entender.

un abrazo enorme

Ailen Martinez ʚϊɞ

Anónimo dijo...

Sos un genio!!!