jueves, 10 de diciembre de 2009

Buffalo Soldier


10 am. Llevo una hora y media en el trabajo. Llegué tarde, si es que hay algún horario empecinado en retenerme aquí. Caso contrario, habrá sido en el momento en que pude hacerlo. Sin pesos pesado revoloteando, me siento (en ambos sentidos) a mis anchas.

Organicé lo necesario como para no tener motivos de sobresaltos, ni saltos ni sobre.

Abro el google, el hotmail, el facebook, el blog...todo lo que me permita evadirme de este ámbito de laboratorio donde el blanco estéril inunda los ojos. Comienzo a sumergirme en el Atlántico buceando unas posibles vacaciones, vuelo un rato por TAM pensando en doradas playas cariocas. Me recuesto definitivamente en las sendas reposeras de una cálida posada con una piña colada helada en mi mano. Una refrescante brisa hace flamear las hojas de la palmera que tengo sobre mi y el sol se entromete entre su follaje.

Es una época del año donde el cuerpo y, sobre todo, la mente nos piden un impass.

No pienso hacer balances, no voy a pensar demasiado esta vez. Simplemente dejaré fluir los días libremente. Trabajaré lo mínimo indispensable, aprovecharé todo lo que pueda estas horas pagas para rescatar lo impagable: tranquilidad.

En otro momento no tan lejano, creería que estoy en falta. Siempre fui el primero en la línea de avanzada, el que se inmolaba la paz a diario en pos de...no sé muy bien qué.
Hoy sólo sé que me lo debo, ni siquiera que me lo deben. Uno es el artífice de la realidad en la que vive y de trocarla cuando lo necesite. Aún desde esta concreta pantalla que permite jugar a la ficción por un rato.

En definitiva puedo ser un tanto más feliz por el mismo precio, lo que no es poca cosa.

Porque al ser tan responsable con el trabajo (éstaré usando bien el tiempo presente?) cuesta el no involucrarse. Y he funcionado siempre como un imán para la resolución de cosas que no me tocan directamente. Ahora me propongo ser espectador.
Tengo mi balde de pochoclo entre las piernas, juraría. Puede que se me haga más larga la mañana de esta forma, contemplándola libremente. Y si bien mi mente está ocupada, ha cambiado su eje. Al menos por esta media hora en que la liberé del pago encierro.
Difícil aseverar que este momento de sosiego se repita nuevamente en el día.

Uno carece de certezas al tener responsabilidades varias y gente a cargo. Igualmente, es uno de los objetivos que me tracé el darme un espacio, cuando antes era infranqueablemente correcto.
Aprendí, a fuerza del cuchillo, que de poco sirve asumir ese rol tan vehementemente.

Este año que se escapa en puntas de pié, será el año del búfalo en el horóscopo chino. Para mí es el del neumotórax, el del adiós al cigarrillo, el dl permitirme estar más relajado con la vida...